lunes, 6 de octubre de 2008

¿Donde está la decencia venezolana?


Por: Gustavo Coronel - Muere asesinado el presidente de la Federación de Centros Universitarios del Estado Zulia. ¿Donde está la decencia venezolana? Rafael Ramírez es indiciado de crímenes financieros a nivel internacional y PDVSA se convierte en lavadora de dinero sucio. ¿Donde está la decencia venezolana? Ramón Rodriguez Chacín es publicamente señalado como colaborador de las FARC y en Caracas se inaugura un busto de Manuél Marulanda. ¿Donde está la decencia venezolana? Hugo Chávez regala petróleo venezolano a Fidel Castro, a Evo Morales, a Daniél Ortega y a otros compinches latinoamericanos. ¿Donde está la decencia venezolana? Iris Varela lidera la invasión de plantas de producción privadas, en abierta violación de las leyes del país. ¿Donde está la decencia venezolana? Hugo Chávez hipoteca el petróleo venezolano a futuro pidiendo dinero a los Rusos y a los Chinos para comprar armas y para financiar sus locuras hegemónicas. ¿Donde está la decencia venezolana? Los cadeticos y militarcitos de nuestro ejército andan por allí balbuceando de manera indigna: patria, socialismo o muerte. ¿Donde está la decencia venezolana? Los líderes de nuestra oposición insisten en que sacarán a Chávez el 2012 por los votos, mientras Chávez se defeca a diario en las leyes del país. ¿Donde está la decencia venezolana? Mario Silva y Luis Acosta Carlez, un par de patanes de lenguaje cloacal, son candidatos a la gobernación de Carabobo. ¿Donde está la decencia venezolana? Yo quisiera saber donde está la decencia de este pueblo, donde está su decoro, su sentido del honor. Quisera saber para cuando van a dejar la explosión de su indignación ciudadana. Quisiera saber cuantos más venezolanos tendrán que morir o ir a la cárcel o al exilio o tendrán que sufrir la humillación de convertirse en limosneros del régimen, antes de que surja la decencia venezolana. ¿O, será que yo estoy totalmente equivocado? ¿Será que en Venezuela todo marcha bien y que mi percepción sobre un desastre nacional es injustificada? Me dicen quienes viven en Caracas que los caraqueños se mantienen a diario entre el pánico y la euforia. Pánico por la inseguridad y la suciedad imperante, euforia por el rio de dinero que permite que muchos olviden sus ideales y sus principios y se hagan de pequeñas o grandes fortunas bajo la sombra de un régimen que roba y deja robar. Mis amigos me dicen: “Los restaurantes están repletos, Gustavo. Los hoteles llenos. Las playas repletas. Todo está más sucio, más deteriorado, más degradado, pero mientras corra el dinero, mucha gente mantiene una percecpión de bonanza. La situación recuerda a la del perro de la casa que le sostiene la linterna a los ladrones con la boca, a cambio de unos trozos de lomito. No es ni siquiera un problema moral”, me dicen. “Es más bien un asunto de sobrevivencia”. Yo puedo entender eso de la gran masa ignorante, pero no acepto la claudicación de las clases educadas, quienes están comprando unos pocos años de bonanza con sus principios. Por ello pregunto: ¿Donde está la decencia venezolana? Yo aprendí en mi hogar y en la escuela, con los maravillosos sacerdotes salesianos, que nada es más importante que la educación, la dignidad y los principios. ¿Será que ellos no me enseñaron bien y que lo importante es la adulación, la patanería y la deshonestidad? ¿Será que estoy viviendo del otro lado del espejo? Díme tu, José Vicente, díme tu, Chaderton- Hardy. Estas son preguntas que tengo derecho a hacerles a mis compatriotas, después de toda una vida fiel a los principios que me inculcaron en mi hogar. ¿Donde se esconde la decencia venezolana? ¿Existe todavía? ¿Valdrá la pena continuar la lucha? ¿Por qué o por quienes estoy luchando, más allá de mis propios principios? ¿Existe tal cosa como una Venezuela por la cuál valga la pena luchar? Creo pertinentes hacer todas estas preguntas pero, aún cuando yo encontrase que no hay respuestas satisfactorias para ellas, que no existe ya una Venezuela por la cuál luchar, yo seguiría en la lucha, en el nombre de todos a quienes he venerado, en el nombre de una Venezuela quizás mítica. Una Venezuela que, quien lo sabe, algun día, en algun futuro lejano, podría prevalecer. Ya no estoy seguro de que prevalecerá, lo admito, pero no tengo duda alguna de que debo continuar luchando por ella hasta el final.

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