miércoles, 29 de octubre de 2008

¿Y el rosario qué?


¿Y el rosario qué? - Como hecho que llama la atención, en este año 2007 el 7 de octubre coincidió un primer domingo de octubre, como ocurrió el 7 de octubre de 1571, cuando tuvo lugar la victoria de los cristianos sobre los musulmanes, en la batalla naval de Lepanto. Muchas “historias” se han tejido desde entonces sobre estos hechos… ¿”Historias de la historia”? Hay mucho de eso. Los musulmanes tendrán su historia de aquellos hechos, como los cristianos tenemos las nuestras… Y ambos, cristianos y musulmanes, tenemos nuestras “historias de la historia”. Esto es válido desde que se admite que la narrativa histórica está mediada siempre por la subjetividad de quien la realiza. Lo que no será válido –ni en éste ni en ningún otro- es someter a juicio los acontecimientos del pasado con criterios del presente. No me imagino en estos momentos a Benedicto XVI convocando una “cruzada” en contra de la “media luna” e ir por las calles de Roma, rezando el rosario, como dicen algunas “historias de la historia”, que hacía San Pío V por aquellos días. No es difícil, sin embargo, imaginarse a los musulmanes convocando a “guerras santas”, todavía hoy. ¿Cómo se llama el “moro” que dijo que el Estado de Israel debe desaparecer? ¡En pleno siglo XXI! ¡Espeluznante! ¿Puede haber mayor anquilosamiento y negación de la dinamicidad de la historia? Pero no vamos a hablar aquí de “moriscos” y “cristianos”. Dejemos quietos a “la media luna” y la “cruz”. Hablemos del rosario. ¿Y el Rosario qué? “¿Qué de qué?” Preguntarán algunos… En fin. Yo supongo que más de un “dominico” y quizá muchas más “dominicas” usaron hoy el teléfono, la mensajería de texto del teléfono móvil y el correo electrónico para decir cosas como “¡Feliz día de la Virgen del Rosario!” O habrán usado frases como éstas: “Que la Madre del Rosario te ayude a ser cada día mejor…” En fin. ¡Estilos! ¡Y qué estilos, Dios, el de algunos y el de algunas! Yo creo que este día no es para recordar la batalla los cristianos y de los musulmanes en el mar de Lepanto. Tampoco creo que este día sea para “felicitarnos” con mensajitos “tiernos” y “dulces sonrisas” por la fiesta de la Virgen del Rosario. Ni que decir sobre la posibilidad de “cantar las glorias” del Rosario en panegíricos decimonónicos, y mucho menos volver a las trece encíclicas que escribiera León XIII sobre el Rosario. ¿Y volver sobre la carta que escribió el Maestro de la Orden, Timothy Radcliffe? No estaría mal, considerando que es una excelente reflexión sobre el Rosario. No así la minuta de felicitación que escribió el actual Maestro de la Orden cuando el Papa Juan Pablo II añadió cinco misterios más al rosario: una felicitación muy emotiva y con muy poco contenido, lamentablemente. Por cierto, ¿habrá dominicos que le hayan añadido cinco misterios más a los quince del rosario que pende de sus cinturas? La fiesta de Nuestra Señora del Rosario creo que debe ser una ocasión para someter a examen nuestra vida de cara al rosario como medio de oración y como oración misma y como medio de predicación. Una vez me contaron –no sé qué cierto sea- que en el Capítulo General de Roma hubo a quien se le ocurriera hacer un dibujo de la Virgen del Rosario, pero no entregándole el rosario a Santo Domingo, como tradicionalmente estamos acostumbrados a ver, sino devolviéndole el rosario a la Virgen. ¿Un signo profético visible como el de Jeremías o Ezequiel? ¡Quién sabe! No está demás, en estos tiempos que corren, recordar algunas de las célebres palabras de un discurso a los dominicos sobre el rosario, del Maestro de la Orden Aniceto Fernández, el 12 de julio de 1963: “Han pasado ya cuatro siglos desde que la devoción del rosario se hizo verdaderamente católica, no sólo porque se difundió por todas las partes de la tierra y es apta para todos, sino, sobre todo, porque entonces fue revestida de la autoridad de la Iglesia. Si bien la Sede Apostólica siempre ha aprobado con total generosidad esta devoción, no se la reservó para sí misma, ni se la encomendó a algunos otros, sino que total y únicamente se la confió a la Orden de Predicadores para que fuese conservada y propagada del modo más apto y seguro. Por tanto se nos ha confiado un empeño de mucha trascendencia y al que la Iglesia ha dado mucha importancia”. Dos cosas quiero rescatar del texto anteriormente citado: la primera, que el rosario se hizo verdaderamente católico, de lo cual hay cada vez más evidencias, sobre todo en la época contemporánea, cuando son tantas y tantas las personas que encuentran en el rosario un medio de oración y una oración en sí. La segunda, el encargo recibido de la Sede Apostólica, de conservar y propagar la devoción del rosario. Pero para que esto sea posible, indudablemente, es necesario de que nos convenzamos de que “el rosario es un medio de predicación conforme con la Orden”, de acuerdo a lo que expresa la legislación de la Orden.

Publicado en http://www.ideasteologicas.blogspot.com

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