Por: Franklin Santaella Isaac - Carapa44@hotmail. com - Siempre he sentido admiración y respeto por Don Rafael Poleo, incluso lo considero coterráneo ya que en sus años de mozo hizo una pasantía por mi pueblo, pero pienso que en esta ocasión se equivocó. Se equivocó no porque me imagine que después de viejo le haya dado por cometer crímenes y mandar menajes subliminales a sus seguidores, que somos una cuerda de habladores y escribidores de pendejadas, ni por la supuesta apología del delito hecha en la famosa entrevista transmitida por Globovisión. Si no por creer en ese antiquísimo adagio: "El que a hierro mata a hierro muere. Sin dudas quiso decir Don Rafael Poleo que nuestro caudillo tiene los mismos procederes y el mismo "pienso" que el dictador Benito Mussolini, en razón de lo cual tendrá (Dios lo libre) una muerte como aquel. Basta una ojeada por la historia para darnos cuenta de que tal sentencia popular no se cumple en la mayoría de los casos, quiero decir: ser bueno o malo no es una garantía de bien o mal morir. El primer ejemplo es Cristo, nuestro señor, también podemos citar como ejemplo al queridísimo y próximo santo: Juan Pablo II, quien, aunque murió de muerte natural, sufrió un par de atentados graves, con arma de fuego y arma blanca. Los protagonistas, buenos y malos, del extinto siglo XX no murieron según sus procederes; STALIN, muy amigo de inventar conspiraciones en su contra para deshacerse de sus enemigos, murió en su palacio en las afueras de Moscú de un derrame cerebral tras cinco días de agonía, FRANCO, quien era partidario de no hablar mucho porque según sus dichos: "Dios nos puso dos oídos y una sola boca" murió sin sufrimiento sumido en una vida artificial para "acostumbrar al pueblo poco a poco a tan sensible pérdida"; HIROHITO, descendiente de una dinastía que "ha reinado desde la eternidad" (leyenda japonesa), responsable del genocidio de Manchuria y tantos otros atrocidades (aunque hay quienes dicen que desconocía lo que sus generales hacían) murió haciendo versos con más de ochenta años a cuesta; MAO, responsable, según su propia confesión, de la muerte de trescientos millones de chinos, murió de ochenta y dos años de edad con mal de Parkinson arrullado por adolecentes hembras y varones que le traían los eternos jalabolas para edulcorar su senectud,(apenas cinco años antes había hecho la ultima purga limpiando a Lin-Piao). Y Hitler, el más sanguinario de los tiranos del siglo XX, murió como le dio la gana. Pudiera argumentarse que los precedentes eran caudillos allende los mares pero aquí, en nuestra soleada y bella tierra caribeña tenemos que a Rafael Leónidas Trujillo lo mataron en su ley: "gembreando"; Marcos Pérez Jiménez murió rico, anciano y tranquilo en su palacete de Madrid y Fulgencio Batista murió en España con cien millones de dólares, que tomó de las arcas cubanas como "pago por sus inmensos servicios". Cuando renunció al poder declaró: « Ruego al pueblo que se mantenga dentro del orden y evite que lo lancen a ser víctima de pasiones que podrían ser desgraciadas a la familia cubana». Pero no es la "A- poleo- gía de Poleo lo que debe preocuparnos, lo triste y vergonzoso es que habiéndose sucedido en nuestro expaís 9.653 homicidios en lo que va del año 2008, de los cuales quedaran impunes un ochenta por ciento, no por premonición de quien esto escribe (cosa peligrosa en estos tiempos) si no por estadísticas bien fundadas, La Soberana, puntos suspensivo, Asamblea Nacional, dedica valioso tiempo, por demás requerido con urgencia por los graves problemas del país, a disertar sobre si Poleo le está deseando una mala muerte a nuestro caudillo, por la gracia de Dios. Para curarnos en salud, le recomiendo a los "apátridas" compararlo con Fidel que es Inmortal.¡DIOS NOS SALVE EL LUGAR!
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