viernes, 31 de octubre de 2008

Ventajismo y honor


EL NACIONAL - Los venezolanos están cansados de tanto cinismo y de tanta falta de ética y de coraje mostrada por los máximos representantes de la instituciones del país. Hoy, si alguien acude ante el Tribunal Supremo sólo lo hace para cumplir con un trámite, pero no porque crea que va a ser reivindicado su reclamo. Si va a la Fiscalía y presenta una denuncia contra una salvajada del Gobierno, pues se morirá de viejo o de rabia esperando respuesta. Y si reclama en Sudeban para que una infracción de los bancos del Gobierno sea investigada y castigada, pues se puede acostar a dormir. Y si por ingenuo va a la Contraloría para que se abra un expediente contra, por ejemplo, la familia Chávez y su presunto enriquecimiento súbito y grosero en los últimos diez años, seguramente tendrá que esperar a que Rufián se desperece, se descuelgue de las esféricas del jefe de Miraflores y, entre bostezo y bostezo, diga que no entra en sus competencias averiguar los negocios de Barinas. Tampoco se puede tocar la puerta de la presidenta del Consejo Nacional Electoral, la señora Lucena, porque si se le nombra a Chávez y su ventajismo electoral a través de las cadenas y del uso frenético, vulgar y parcializado de los medios de comunicación públicos, entonces mira para otro lado. Es como si hablaran de las elecciones municipales en Tasmania. La señora Lucena afirmó que no había recibido denuncia alguna sobre el ventajismo de Chávez, y del delito electoral que significa usar los dineros del Estado para promocionar a los candidatos del chavismo. Valga decir, que la señora Lucena no vive en la Luna sino en Marte, ya que un miembro del directorio del CNE se ha cansado de llamar la atención públicamente sobre estos hechos bochornosos de ventajismo electoral. El miedo es libre, pero la vergüenza y dignidad son cuestiones que, cuando se revisa la historia, sirven para juzgar el comportamiento de los venezolanos que cumplieron o no con sus obligaciones constitucionales. A menudo, los ciudadanos nos preguntamos cómo pueden dormir a pierna suelta estos funcionarios si, con cada día que pasa, se van hundiendo en un pantano histórico, tal y como les pasó a los cómplices del dictador Pérez Jiménez. Y eso ahora es peor: los ministros tienen miedo hasta de poner su renuncia, por temor a la venganza de Chávez. Entre las cosas que se saben de las reuniones en Miraflores están la de los humillantes insultos que, en consejo de ministros, le suelta el Presidente a sus colaboradores. Por ejemplo, al inefable canciller Maduro, Chávez lo tiene verde a fuerza de recordarle que toda su carrera política la ha hecho "chupándole la sangre a mi capital político". En esas ocasiones, Arias Cárdenas ha tenido que intervenir y decirle: "Ya basta Hugo, deja a ese hombre en paz". Ayer, Chávez dijo por radio y televisión: "Ahora me están amenazando con abrirme un juicio (...) porque yo hago cadenas. El que quiera hacer cadenas que llegue a Presidente". Ante eso, no queda sino decir: ¡Ay Tibisay!, acuérdate de Maduro.

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