ANALÍTICA - Por: Emilio Figueredo - El “Socialismo del siglo XXI” ha vivido del auge de precios del petróleo. El maná petrolero fue el aceite necesario para instrumentar una política de gastos fuertemente expansiva, transferencias populistas, financiamiento de experimentos “socialistas inviables”, estatización a diestra y siniestra, controles de carácter eminentemente punitivos y un tipo de cambio fijo que propició un incremento exponencial de las importaciones. A partir de 2003 se obtuvo crecimiento (que hoy en día ya muestra una importante desaceleració n) con alta inflación, pésima calidad institucional, una rampante corrupción e importantes limitaciones en las bases necesarias para un crecimiento de largo plazo. A esta situación, mala de por si, se le agrega un deterioro acelerado de servicios claves, cuyos ejemplos mas notorio son la seguridad y la electricidad. Con afán pseudo ideológico el régimen se embarcó en un proceso de despilfarro internacional digno del Festín de Baltazar para comprar amistades que se incorporasen al “nuevo eje geopolítico”. Además, a pesar de predicar la posibilidad de una guerra asimétrica, emprendió una carrera armamentista con compras exageradas de armamentos convencionales a Rusia.Hoy la crisis financiera amenaza con convertirse en una recesión mundial de cierta duración. Por lo pronto los precios del petróleo se han desplomado, situación que de persistir podría golpear en forma muy grave a Venezuela. Requiere, como indicó Maza Zavala, socialista que nadie puede tildar de enemigo del gobierno, de un enfoque nacional y compartido para enfrentarla. El “Supremo” permanece sordo, se limita a vender la ilusión de que el país está “blindado” por el supuesto ahorro de recursos en Fonden, del cual no se rinden cuentas y nadie conoce el monto disponible.Esta situación ha generado alarma. Es frecuente escuchar, a sotto voce, las preocupaciones al respecto de muchos personajes políticos que, por ahora, aún respaldan al gobierno. Sólo el “Supremo” se mantiene con los oídos tapados, o para usar mejor metáfora, guareciendo la cabeza debajo de la arena como el avestruz; y rezando a escondidas por las noches para que el capitalismo se recupere pronto e impulse de nuevo los precios del petróleo, el factor central para intentar imponer su soñada perpetuación en el poder. Con ese delirio como única motivación, él es el obstáculo central para lograr un acuerdo nacional que mitigue el impacto de la crisis en Venezuela.
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