jueves, 23 de octubre de 2008

Dios quita y pone…


Por Carlos E Méndez - cem_publicidad@hotmail.com - Dios es soberano, es decir que, tiene la potestad de poner y quitar reyes o presidentes, pero como su reino o gobierno no es de este mundo, pues, no anda haciendo campaña ni votando por unos ni por otros. Eso es un asunto de los hombres que seleccionan a sus virtuales gobernantes y escogen al candidato de su preferencia. Insinuar que el Altísimo es quien elije por nosotros, es restarle veracidad a quien nos creó con libre albedrio hasta para decidir incluso aceptarle o rechazarle como Dios. No es fácil elegir a un gobernante. Algunos son buenos hasta que dejan de serlo. Otros comienzan mal y salen por la puerta grande. No es posible saber cómo se va a comportar un aspirante a un cargo público una vez que se arme con el poder. Podemos echar mano de la historia política y de los antecedentes del individuo para hacerle el perfil, por aquello de que la historia tiende a repetirse y porque los malos hábitos se abandonan pero sus fantasmas acechan. Alguien puede encomendarse antes de ejecutar cualquier acción sea o no trascendente, pero responsabilizar a Dios por sus resultados, no es noble ni digno. Puede ser que alguien después de ejecutar una determinada acción, se sienta bien consigo mismo o con su conciencia, pero de allí a creer que su acto es producto de la voluntad de Dios, es algo temerario. La voluntad de Dios en todo caso es que usted concurra a votar, ya que es a través de la congregación o del pueblo que Dios se manifiesta en unas elecciones limpias y transparentes. Si se detecta fraude y los hombres de bien no hacen justicia teniendo cómo, Dios no enviará un ángel del cielo para que los defienda, como tampoco lo hizo cuando Jesucristo fue arrestado injustamente. “Mi reino no es de este mundo”, le dijo Jesús al gobernador Pilatos cuando éste le preguntó si El era el rey de los judíos. Dios es el Señor de la historia y los hombres somos los protagonistas. Hubo gobernantes como Herodes el tetrarca que no le dieron el lugar a Dios sino que se envanecieron y le exigieron honra y alabanza al pueblo, por lo cual Dios lo apartó del escenario. Un director dirige la escena hasta cierto punto, pero deja al actor en libertad para que desarrolle sus propias habilidades y le ponga su sello personal a la trama. Hay actores estrellas y los hay regulares. Hay escenas ejemplarizantes como también las hay desgarradoras. Procuremos que la nuestra sea un drama de amor y no de odio; de paz y no de guerra; de más rosas y menos espinas. En fin, que sea un Bestseller que otros pueblos deseen imitar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su Comentario