El Editorial - El Nacional - Si existía algún lugar prohibido para cualquier cosa que sonara a chavismo, ese lugar era Florida. Allí, por razones financieras y políticas, culturales y deportivas, se resume el acontecer diario de América Latina. Y, para desgracia del presidente Chávez, es en ese Estado donde se están lavando los trapos sucios de su gobierno. Y vaya si son sucios: dólares para la señora botox, Cristina Kichner; pago de soborno a dos gobernadores que ahora dicen que apenas saludaron a Franklin Durán (el gran repartidor de comisiones) y supuestos depósitos millonarios a la Guardia Nacional y a un general; y finalmente, válgame Dios, una tajada a los ministerios de Finanzas y Educación, por donde pasaron tiempo atrás los actuales candidatos Aristóbulo y Adán Chávez. Es que Dios los cría y el diablo los junta. Qué asco. Pero lo que realmente indigna a los venezolanos de todas las tendencias políticas, es que se haya traicionado uno de los objetivos más importantes para la Venezuela de hoy: el combate contra la corrupción. Esa meta tan deseada y que se creía era extirpable cuando un militar llegara al poder, ha resultado una falsedad. Hoy comprobamos que Chávez también tiene amigos y colaboradores ladrones, igualito que en el pasado. Y lo peor es que han pasado diez años y nuestro gran militar y fumigador de corruptos nada ha hecho para combatirla. El país se siente debilitado y triste porque aquella alternativa que nació en 1999 hoy es un casino, donde el más vivo apuesta sabiendo el resultado. Chávez quiere eliminar el mercado porque su objetivo es ser él mismo el mercado: reduce la construcción, controla la producción de cabillas, es el zar de la venta de cemento, conduce los créditos de la banca y restringe la verificación por parte de las prensa de sus disparates gubernamentales. Pero no puede impedir que la información internacional se desarrolle progresivamente sobre todos los aspectos de su gobierno. ¿Se puede ocultar acaso que sus seguidores (ministros, generales y altos funcionarios) se están enriqueciendo a manos llenas? ¿Sabe que cuando defenestra a sus colaboradores ellos dirán la verdad de un mundo corrompido y sumiso? A menudo sus partidarios tienen que nadar en una cloaca de aguas negras, y no se sienten cómodos flotando en esa piscina de corrupción que no viene del pasado, sino que ha nacido en esta hipócrita década bolivariana. Veamos, por ejemplo, como el empresario Kauffmann le relata sinceramente al jurado del juicio en un tribunal de Miami, "los detalles de varios casos de corrupción que -según él- reportaron millonarias ganancias a ambos a través de sobornos y comisiones por negocios con militares, funcionarios y políticos". De acuerdo con las agencias internacionales "el dinero provenía, presuntamente, de Pdvsa" y estaba "destinado a la campaña de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández". Kauffmann "ya había contado a la juez Joan Lenard más de diez casos de corrupción en los que se habría involucrado con Durán". ¡Uff!
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