miércoles, 6 de febrero de 2008

Trotsky, Lenin, Stalin y Chávez


Costa Rica, Miércoles 30 de enero de 2008
Por: Raúl Montaño - Analista internacional
¿Muerte por la patria o la revolución? Yo les aviso. Solía ser admirador de León Trotsky y hasta considerarlo un mártir por su asesinato ordenado por Stalin; influyó mucho en esa admiración la trilogía ( Los Tres Profetas ) de Isaac Deutscher, destinada a ensalzar al brillante líder del bolchevismo. Pero cuando leí Koba el Temible , la muy documentada biografía de Stalin escrita por el inglés Martin Amis, pude no solo corroborar que Stalin fue el genocida más despiadado en la historia del siglo XX, y quizás de la humanidad, sino también que Lenin no se quedaba atrás, solo que le faltó tiempo para competir con su sucesor en tan criminal currículum. Y saber que Trotsky, el más inteligente e intelectual de los tres, se pronunciaba por que las leyes soviéticas eliminaran esa tontera del respeto a la vida. La revolución concebida por esos tres monstruos carecía totalmente de límites éticos, de algún freno moral y del más mínimo respeto por la camaradería, la amistad, la lealtad y todos los principios y sentimientos que conforman la diferencia entre un ser humano y una bestia. Nadie sabía –en aquellos tiempos horrendos– cuándo sería encarcelado, torturado, deportado o asesinado y, mucho menos, por qué. De hecho, la revolución cobró sus más atormentadas víctimas entre sus más devotos promotores. ¿Veinte, cincuenta, cien millones de muertos por hambre, frío, deportaciones a campos de trabajo forzado y ejecuciones? Nunca se sabrá con exactitud cuántos hombres, mujeres y niños perdieron la vida entre 1917, cuando triunfa la revolución bolchevique, y 1953, el año de la muerte de Stalin. Miseria y opresión. Medio siglo después del final de esa pesadilla terrorífica, a la que se sumaban la miseria y la opresión de los cientos de millones de habitantes de la Unión Soviética y de los países sojuzgados por ella, el presidente de Venezuela, un país latinoamericano que conoció cuatro décadas consecutivas de democracia y libertad, expresa su admiración por esos asesinos y nos ofrece lo que ellos le ofrecieron a su pueblo: socialismo o muerte. No pretendo vaticinar que en la Venezuela chavista se reeditará elgulag ni los muchos crímenes que fueron la base del reino del terror de Stalin, y que Lenin y Trotsky habrían apoyado de manera entusiasta. Las palabras socialismo y muerte tienen otras connotaciones en boca de Hugo Chávez Frías, aunque las ideas que las generan sean las mismas. Corrupto de corruptos. El socialismo del siglo XXI, según el presidente vitalicio, debe deslastrarse de la corrupción y para eso los cambios de gabinete. Pero no le impide a ese presidente ser amigo del alma y financista de Daniel Ortega, corrupto de marca mayor en su primer gobierno y presidente de Nicaragua por segunda vez gracias a su pacto con el enjuiciado expresidente Arnoldo Alemán, corrupto de corruptos. La palabra muerte –como la única opción en caso de que el socialismo fracase– tampoco tiene el significado que tuvo en la URSS. Allá la muerte física o moral tenía un objetivo central: sembrar el terror, que fue el instrumento de Stalin para oprimir a millones de seres humanos durante 27 años. En boca de Chávez, la muerte da risa. Él ha demostrado, cuando menos en dos oportunidades, lo poco afecto que es a dar la vida por ninguna causa; y está a la vista que sus acólitos, tanto civiles como militares, solo militan en la viveza. ¿Muerte por la patria o la revolución? Yo les aviso.
El miedo implantado va dirigido solo contra los opositores que hacen bulla, especialmente los medios de comunicación. Sus adeptos y todos aquellos que no tienen peso en la opinión pública pueden robar, atracar, asesinar, asaltar, violar, secuestrar, invadir y cometer cuanto delito, abuso o atropello quieran, seguros de que las Policías, los fiscales y los jueces jamás van a ocuparse de ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su Comentario