Por: Thor Halvorssen - 7 de febrero de 2008. Las Farc, una guerrilla rebelde en Colombia, han sido clasificadas como una “organización terrorista” tanto por el Departamento de Estado estadounidense como por cada uno de los gobiernos de Europa. No obstante, a principios del mes pasado, el Presidente de Venezuela elogió a las Farc llamándolas un ejército legítimo y una fuerza insurgente con una plataforma política. Cuando Hugo Chávez insistió que las Farc deben ser reconocidas y pidió a gobiernos extranjeros que dejaran de referirse a las Farc como una entidad terrorista, el Sr. Chávez fue ampliamente aplaudido por la asamblea nacional venezolana. El grupo terrorista Farc ha estado atacando a la democracia de Colombia por más de 40 años. Las Farc fueron fundadas como el grupo armado del Partido Comunista Colombiano y actualmente están integradas por 16,000 hombres (y mujeres) armados que reclutan a niños para el combate y pagan el funcionamiento de sus actividades terroristas con millardos de dólares provenientes del comercio de la cocaína. Las Farc no esconden que su objetivo es usurpar violentamente el poder en Colombia. Este grupo ha secuestrado, extorsionado, y ejecutado a miles de civiles; ha bombardeado edificios; ha asesinado a cientos de dirigentes políticos; y, junto con otras dos organizaciones terroristas y paramilitares, este grupo ha convertido a Colombia en uno de los países más violentos y peligrosos del mundo. En total, las Farc han causado la muerte de más de 100.000 personas. El Sr. Chávez ha simpatizado desde hace tiempo con algunos de los violadores de derechos humanos más fecundos, desde su proclamada “hermandad” con Saddam Hussein y sus palabras amables hacia los Talibanes, hasta sus vínculos económicos y políticos con los líderes de las dictaduras de Irán y de Cuba. Con su demagogia internacional, el Sr. Chávez lo que busca es promocionarse como el principal líder Anti-estadounidense del mundo. Pero el más claro ejemplo de que el Sr. Chávez y su gobierno representan una amenaza a los derechos humanos de la región es el apoyo que les brindan a los terroristas de las Farc--apoyo que por nueve años el Sr. Chávez no ha querido aceptar públicamente. Desde agosto de 1999, pocos meses después de que el Sr. Chávez tomara el poder, empieza a documentarse los vínculos entre Venezuela y las Farc. Las comunicaciones de Ramón Rodríguez, un allegado al presidente, fueron dadas a conocer por los medios de comunicación y revelan que el gobierno del Sr. Chavez le había ofrecido combustible, dinero, y otros tipos de apoyo a las Farc. El Sr. Chávez también mandó a otro de sus esbirros, Ignacio Arcaya (que posteriormente fue el embajador de Venezuela en Washington), a darle efectivo a las Farc. Los señores Arcaya, Rodríguez y Chávez todos negaron estos alegatos a pesar de que existen testigos de lo que ocurrió. Tras evidencias ligando al Sr. Chávez y su gobierno a las Farc han salido a la luz pública a través de los años. En una ocasión, el ejército colombiano confiscó centenares de rifles venezolanos en manos de las Farc pero no hubo investigaciones al respecto. En otra ocasión, Chávez tuvo a un terrorista de las Farc como su escolta personal en una visita oficial a Colombia. A pesar de que existen fotos que comprueban este incidente y de que hubo un escándalo en Colombia al respecto, el resto del mundo ignoró este acontecimiento. Mientras tanto, líderes de las Farc eran bienvenidos en Venezuela y festejados como jefes de Estado. La conocida líder de las Farc, Olga Marín, hasta habló en la Asamblea Nacional de Venezuela alabando a Chávez como un héroe del movimiento rebelde. Las cosas se complicaron aun más para el gobierno venezolano cuando, el 14 de diciembre del 2004, Ricardo Granda, conocido como el Canciller de las Farc, fue capturado en Venezuela y arrestado en la frontera colombiana. Granda, uno de los estrategas políticos más calificados y valiosos de las Farc, había estado viviendo en la capital de Venezuela con ciudadanía venezolana y hasta había participando en una conferencia patrocinada por el gobierno venezolano a la cual el Sr. Chávez asistió. La captura de Granda tuvo consecuencias negativas: el militar a cargo de la unidad anti-terrorista venezolana, Humberto Quintero, fue detenido, salvajemente torturado, y hoy se encuentra en una cárcel venezolana acusado del delito de traición a la patria. Aun así, Venezuela continuó negando su apoyo a las Farc. El 10 de enero de este año, dos rehenes de las Farc fueron liberadas en un intercambio que fue mediado por el gobierno del Sr. Chávez y que recibió mucha atención en la prensa. Ya que el presidente venezolano quería ser el protagonista, hasta mandó un equipo de filmación de Telesur para grabar y difundir el metraje inédito de la liberación. Las imágenes muestran a un hombre estrechándole la mano a uno de los terroristas, quien, por coincidencia, carga consigo un rifle FAL venezolano. El saludo oficial que le da: “en nombre del Presidente Chávez... estamos muy pendientes de su lucha. Mantengan ese espíritu, mantengan esa fuerza y cuenten con nosotros”. Finalmente se despide, “Cuídense camaradas.” El hombre en las imágenes es Ramón Rodríguez, la persona que, en 1999, escribió las cartas ofreciéndole el apoyo del gobierno venezolano a las Farc. En ese entonces, Rodríguez era un asistente de Chávez; ahora es el Ministro de Justicia de Venezuela. El llamado de Chávez a legitimar la existencia de las Farc y el video que muestra al funcionario más importante de la Justicia venezolana dándole la mano y alentado a los terroristas debería de causar reproche por parte de todas las ONGs que se dedican a la defensa de los derechos humanos así como también el rechazo de todo gobierno que cree que la neutralidad en el conflicto colombiano es una virtud. No debemos ignorar el papel que ha jugado el gobierno de Venezuela al apoyar a una organización que no ha hecho más que perpetuar la miseria y la matanza en su lucha por destruir la democracia colombiana y establecer una dictadura represiva y sangrienta. Thor Halvorssen, productor de cine y defensor de los derechos humanos, es presidente de la Human Rights Foundation con sede en Nueva York.
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