El guerrero de la luz sabe que es imposible vivir en estado de completa relajación. Aprendió como arquero que para disparar su saeta a distancia, es preciso mantener el arco bien estirado. Aprendió con las estrellas que sólo la explosión interior permite su brillo. El guerrero repara en que el caballo, en el momento de trasponer un obstáculo, contrae todos sus músculos. Pero él jamás confunde tensión con nerviosismo.
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