lunes, 4 de febrero de 2008

Gozar la destrucción


Por: Axel Capriles M.
El Universal, Caracas, jueves 31 de enero, 2008
Las ruinas, están allí, en las fincas, en las fábricas mientras seguiremos gozando la fiesta Cuando yo era pequeño, en la escuela, el alumno que raspaba varias materias repetía el año y si al año siguiente volvía a raspar las mismas materias, lo expulsaban del colegio. El presidente de la República ha declarado públicamente que ha raspado todas las materias de la carrera de gobernante durante varios años consecutivos; ha raspado en seguridad ciudadana, ha raspado en salud pública, ha raspado en política habitacional, en finanzas. Pero no sólo lo ha dicho sino que efectivamente lo ha hecho. Todos hemos comprobado las materias reprobadas y a pesar de ello nadie lo ha expulsado efectivamente del poder. No vengan ahora con el cuento de la legitimidad de origen. La verdadera legitimidad, en la política y en los tiempos contemporáneos, es la legitimidad de resultados. Lo peor, sin embargo, es que todos presenciamos aturdidos la destrucción más asombrosa de los recursos del país cubierta por la más engañosa ostentación. La crisis que se ha incubado y que está a punto de explotar ha sido propiciada por quienes permitimos que diez años de nuestra preciosa vida se fueran en este absurdo pantalleo. Nadie lo entiende. Ni los más agudos estudiosos de los trastornos sadomasoquistas pueden comprender los extraños mecanismos que rigen la mente oculta de un pueblo que elige y mantiene a los peores en el poder. A pesar de todos los abusos y excesos de los gobernantes de los cuarenta años de democracia, lo único que no hicieron los adecos y los copeyanos fue destruir la gallina de los huevos de oro, Pdvsa. Ellos sabían que podía malgastar y dilapidar los huevos, pero no el animal que los generaba. Si queríamos futuro para nuestros hijos, la gallina tenía que mantenerse en perfectas condiciones. Para los revolucionarios tan amigos de los pobres, los huevos no fueron suficientes. Se comieron, entonces, la gallina. Estamos todavía llenos de real. Contentos con la fiesta de consumo. La destrucción se oculta con el fulgor del oro. Las ruinas, están allí, en las fincas, en las fábricas. Como buenos venezolanos, seguiremos gozando la fiesta. Ya veremos qué hacer con el ratón mañana.
acaprile@ucab. edu.ve

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