lunes, 9 de febrero de 2009

Tufo...


Por: Macky Arenas Periodista y socióloga - mackyar@gmail.com - Caminar por las calles de cualquier ciudad en Venezuela es como hacerlo por un parque temático del ventajismo oficialista, tal es el derroche y la obscenidad de la propaganda gobiernera. Han tenido que reforzar la publicidad a niveles jamás vistos. Han recurrido al expediente del miedo. Han manipulado encuestas como les ha dado la gana. Han vaticinado los peores males. Pero no les ha funcionado. La gente está en la ruta del NO. La marcha por el NO rebasó todos los cálculos y sacó a la calle hasta quienes no salían desde que se percataron de que con caminatas no se pelea contra una dictadura. Esto tiene una doble lectura de lo más interesante. En primer lugar, las mayorías opositoras están allí, vivitas y coleando, lo que prefigura al régimen la aplastante derrota que están por propinarle. Alguno pensará que la calle no es un retrato de lo que pasará en las urnas y eso es verdad cuando se saca a la gente a un evento político a punta de billete y caña. Pero no en el caso de un país al que se le han cerrado todas las puertas de la institucionalidad y se le reta día a día desde las mismas alturas del poder. Si ese pueblo sale a la calle, sin que las "piedritas" se atrevan a interponerse en su camino, hay un insoportable tufo a derrota. Más bien salió un peñón al paso de las piedritas: el propio jefe, quien luego de armarlos y ordenarles cada una de las misiones, ahora los reprende en público y jura ir personalmente por ellos. Qué pasará en privado? Recuerdan la cantinflérica incursión en el Arzobispado de Caracas y la reprimenda mediática que le siguió? Alguna pasó de comandanta a caricatura silente. Del tiro, hasta aquél Frente que atacaba y huía, quedó convertido en polvo cósmico. Luego reaparecieron bajo otro nombre, ese de "piedritas", ayer aventadas al monte del olvido. El camuflaje es siempre el recurso de las empresas fracasadas. ¿Cómo se llamarán en adelante? El tufo a derrota los precedió en su rodada. Algo mucho más serio se puso en evidencia: a pesar de la usurpación a la voluntad popular, de la violación a la Constitución y de la trampa que se oculta tras la mañosa pregunta del 15F, no habrá triunfo estrecho como vaticinan las encuestas, coreadas demasiado sospechosamente por algunos jefes políticos en vísperas de la votación. Lo que sí puede que presenciemos es la estrechez de miras de algunos que proclaman la "conveniencia" de la resignación. Por eso hay que ejercer y cuidar el voto. Cuidarlo del gobierno que lo confisca y cuidarlo de quienes no tengan problema en desconocer sus magnitudes, porque son los mismos que nos deben el reclamo por los resultados aún por oficializarse. Ese pueblo que salió a las calles a gritar NO quiere algo que va más allá de una votación cada seis meses. Quiere un giro definitivo que detenga la destrucción del país y la violación contra los derechos humanos, que es lo mismo que salir de Chávez. Se pretende replantear esa pregunta indigna cada vez que al señor en cuestión se le ocurra. Ese planteo, es preciso no pasarlo por alto, ya es derrotismo por parte del interesado. Pero después del 15F ya no tendremos nada más que probarnos y sí podremos exigir, como el pueblo que somos, que no se hable más en nuestro nombre, que ya basta de conciliar con el abuso de poder y que se pongan de un lado quienes en nombre de la "prudencia" piensan seguir con Chávez; y del otro aquellos que nos proponemos transitar todos los caminos legítimos y soberanos para no seguir corriendo esta arruga, para no seguir pidiendo permisos para ejercer la ciudadanía, para no volver a la humillación de tener que dirimir si se amplían los derechos de la usurpación. Por no mantener a la oposición inerme. Por eso hay que ir a votar.

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