Querido Luis: aunque no haya servido para nada, porque el miedo, la coacción y la trampa, si acuden unidos, siempre ganan elecciones y refrendos, has demostrado en Caracas que eres de los pocos políticos valientes que en España quedan. Ser expulsado por un tirano violentamente es un honor. Más aún, si la expulsión la sufre un representante en el Parlamento europeo de centenares de miles de españoles, cuyos votos son libres y no sujetos al chanchullo y la manipulación del régimen de un caudillete. Y menos mal, Luis, que no tuviste el apoyo ni la ayuda del embajador de España. Como sabes, el señor embajador no pudo acudir en tu socorro porque le daba miedo recorrer las calles de Caracas en otro coche que no fuera el suyo, blindado, y que se hallaba en reparación. Otro embajador hubiera pedido prestado un coche, o alquilado un coche, o utilizado un coche no blindado, y en última instancia, llamado a un taxi para que lo llevara hasta donde un eurodiputado español estaba siendo objeto de toda suerte de fechorías y malos tratos. Pero algunos de los nuevos embajadores de España son así, que no son capaces de dar tres pasos sin su coche blindado, coche y blindaje que pagamos todos los españoles, incluido tú. Extraños embajadores estos -algunos-, como Zaldívar y el de marras, que más parecen representados que representantes. He leído que fueron veinte los policías que te detuvieron, llevaron en volandas, y te metieron con malas maneras en un avión con destino a San Pablo, en Brasil. Y que allí, el cónsul de España sí actuó de acuerdo con su cargo y responsabilidad. En Madrid, el Ministerio de Asuntos Exteriores, por medio de su Director General de América, llamó a consulta al embajador del títere en Madrid, un tal Alfredo Toro Hardy, que posteriormente al regañito, hizo todo lo posible para impedir a los defensores del «no» residentes en España que votaran en el llamado refrendo. Moratinos, el ministro, estaba en otras cosas, y creo que ha quedado muy satisfecho con las explicaciones que recibió de su Director General. Puedes figurártelas, Luis. Que puedes sentirte afortunado porque nadie te descerrajó un disparo en la nuca, que esas cosas pasan, y que en el fondo el culpable de cuanto sucedió fuiste tú. ¿A quién se le ocurre, Luis, en una tiranía personal, llamar dictador y tirano al creador de la tiranía? Por lo demás, bien. Te he visto fuerte y con salud. El bigote más blanco -con toda probabilidad, del susto-, y con una claridad y contundencia verbal admirables. No olvides que el régimen que impera en la nación de la que has sido expulsado mantiene cordialísimas relaciones con las FARC y con la ETA, lo que da a entender de la que te has librado. Pero Venezuela tiene una mitad de su población que resiste, y seguirá resistiendo. Venezuela es una nación maravillosa, y su naturaleza, un prodigio. Nada tiene de deleznable. El deleznable es el régimen político establecido por quien fue un militar golpista. Hay una Venezuela valiente y digna, como tú, y además, numerosa. El pendejo caerá por sus propios errores. Y algún día, los venezolanos libres y demócratas recordarán a un eurodiputado español que supo hablarle claro al tirano vencido. Luis Herrero. Por ti, alzo mi copa.
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