Por: Carlos E. Méndez - cem_publicidad@hotmail.com - Quien se siente condenado a la pobreza material o espiritual, es normal que deposite su confianza en alguien que le prometa ayudarle a superar su crisis. Es precisamente lo que sistemáticamente este régimen ha venido haciendo con la masa, al lanzarle solo migajas en medio de su bonanza petrolera, para que siempre exista una razón para seguir obteniendo apoyo para su proyecto socialista que supuestamente es el que los va a sacar de abajo. A pesar de que la experiencia del pueblo cubano les está indicando otra cosa, el populacho ciega o fanáticamente se va matando como el pobrecito Chacumbele. Por eso, el chavismo se parece más a una secta religiosa, que a un movimiento político. En una secta, los seguidores están ganados a padecer su infortunio para purificar sus almas y, a inmolarse o sacrificar a sus hijos en “el altar del pueblo”, para congraciarse con el líder o mesías (con minúscula) que lo conducirá al paraíso terrenal. Los seis millones de votos a favor del oficialismo, contra los CINCO MILLONES de la oposición, tienen una explicación científica: La maquinaria política y/o ventajismo oficial; la disponibilidad de todos los recursos del estado hasta para comprar conciencias; las amenazas a los empleados públicos con despedirlos; el chantaje a los contratistas del estado; y, la intimidación al adversario con actos vandálicos e inclusive con amenazas por parte de las Fuerzas Armadas Nacionales o pretorianas al servicio del régimen, son algunas de las muchas razones que este domingo 15 de febrero dieron al traste con las esperanzas de esos CINCO MILLONES de venezolanos amantes de la libertad y de su democracia. Los empleados públicos en Venezuela, suman más de dos millones. Luego, los contratistas del estado, más las misiones populares, el ejército, las reservas militares, los extranjeros recién nacionalizados por el gobierno y, los que votan por los muertos, suman otros tres millones mas. He aquí de donde provienen los seis millones de votos a/f de la enmienda. Quién directa o indirectamente está comiendo del estado o de Chávez que viene siendo lo mismo, no quiere morirse de hambre aunque sospeche que todo esto es pan y circo, o que todo eso es igual a pan para hoy y hambre para mañana. A esto se suman los que sueñan con vivir del estado sin trabajar, que dicho de paso sea, bajo éste régimen, se cuentan cientos de miles. Bajo otras condiciones la oposición habría obtenido no menos de siete u ocho millones de votos. Pero, la oposición ha sido sistemáticamente acorralada y etiquetada por el gobierno como pro-yanquis y traidores a la patria entre otros epítetos. Y, a sus estudiantes, Chávez los desacredita tildándolos de niños ricos y de oligarcas. El país ha sido divido y la constitución pisoteada por este depredador. La oposición carece por completo de los recursos económicos que le sobra al oficialismo. Tampoco tienen acceso a ninguno de los medios de comunicación social del estado para trasmitir sus mensajes a la nación. Los que han perdido sus trabajos y la esperanza en las instituciones del estado y que se han visto en la necesidad de emigrar al exterior atemorizados por la ola de crímenes que azota al país, suman más de medio millón. En tal sentido, me atrevo a apostar que la oposición con muchísimo menos de la mitad de los recursos con los que contó el oficialismo, se habría anotado cómodamente una victoria irreversible. Estas circunstancias descritas pueden explicar el por qué este domingo 15 de Feb en Venezuela se impuso la sin razón. La lectura final de este proceso electoral, es que el país nacional ahora está menos dividido que antes y mejor preparado para afrontar lo que venga y de donde sabemos que puede venir. La oposición ha ido aumentando su caudal decidida y paulatinamente hasta alcanzar el nivel suficiente para salvar su democracia. En otras palabras, la oposición venezolana es cada vez, un duro y más grande hueso de roer. Por quién? Vaya usted a saber.
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