martes, 24 de febrero de 2009

Julio Meléndez


Por: Vinicio Guerrero Méndez - vinguerrero@hotmail.com - Yo pediré cuentas de la sangre y la vida de cada uno de ustedes, se las pediré a cualquier animal; y al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano. Si uno derrama la sangre de un hombre, otro hombre derramará su sangre; porque DIOS hizo al hombre a su imagen. (Gen. 9:5-6) - No se quién era el joven Julio Meléndez, sé de él después de haber ojeado la página de sucesos de un conocido diario. Una víctima más de la degradación moral y el sadismo que vivimos. Solo por mencionar un caso de los miles que a horas, quizás minutos o segundos ocurren en nuestro país. Expondré un breve bosquejo de este caso como patrón sin contar los otros miles que no son denunciados. Para ello antes de elaborarlo, opté por visitar a sus familiares, para verificar datos concretos. Julio Meléndez era un joven de treinta y un año, progresista, se desempeñaba como Coordinador de Producción en una creciente compañía en San Vicente (Maracay). En declaración de sus Jefes y compañeros de trabajo, gozaba de credibilidad y honradez. Según la prensa, este joven junto a otro compañero, fueron encontrados sin vida dentro de su vehículo, con un tiro cada uno en la cabeza, -a manera de ajusticiamiento-, en la población de Rosario de Paya. Lo más increíble es que esto ocurrió un día sábado y sus familiares se enteran del suceso el día lunes por la prensa. Una vez conocido el hecho, se dirigen presurosos acompañados de un amigo que conocía al patólogo, a reclamar el cadáver. Mayor sorpresa cuando lo reciben, -con un creciente grado de descomposición -, debido a que la cava estaba dañada (no sabemos desde y hasta cuando), el cuerpo estaba totalmente ensangrentado y con un corte, que lamento decirlo, hecho sin la menor delicadeza y una costura que deja mucho que desear, para un ciudadano que al menos no merecía por honra esta muerte, y solo por haber nacido en este país. El problema se agudiza cuando tratan de sacar el cadáver a una funeraria. Allí comenzó el calvario. Un personaje a suerte de rifa y a la medida de Jesús (Y sobre mi ropa echaron suertes Sal. 22:18b) evitaba el lógico proceso. El caso es que los representantes de funerarias se apostan en estos sitios cual “zamuros” mientras éste es quien designa (previo acuerdo entre ellos) a cual deberá ir el finado (según la bajada de mula de los dolientes). ¡Increíble! No sabemos con quien estamos expuestos a antipatías personales. Somos vulgarmente “matraqueados” al antojo de cualquier empleado público “por no decir todos” que a propósito –es su obligación- honrar con un buen servicio las Instituciones del estado. Sus familiares aún desconocen el nombre del fiscal que se ocupará del caso. Han visitado casi todos los días al organismo correspondiente y los funcionarios informan que solo hay suposiciones: que pudo haberse tratado de un robo ó una confusión sin descartar la venganza, otras se excusan que no lo han consignado (está en carpeta). El vehículo fue enviado al estacionamiento de transito sin haber realizado la planimetría correspondiente; su familia duda que se haya elaborado tanto la experticia como la detección de huellas dactilares. Los documentos personales suponen están en manos del organismo policial que compete la investigación. En fin, han transcurrido más de quince días y no se sabe absolutamente nada. Mientras exista la inseguridad y la impunidad en nuestro país, seremos incapaces de construir una sociedad más justa, en la que TODOS podamos vivir como verdaderos ciudadanos. Esto no será posible mientras nuestras Instituciones se fundamenten exclusivamente como instrumentos "al servicio de". Un estado donde solo existen estos medios, no nos queda otra opción, que aprender de ellos. Necesitamos con urgencia un sistema Penal y de Justicia justo y eficaz, porque la protección y el respeto por el ser humano esta en agonía. Confío en que mis reflexiones lleguen hasta estos bien llamados funcionarios públicos con la intención que logren encontrar alternativas más humanas y menos vergonzosas. “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. (Art.19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos). Afectuosamente, Imperfecto.

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