domingo, 8 de febrero de 2009

El alambrón y el pino


Por: Eugenio Montoro - montoroe@yahoo.es Con frecuencia Chávez habla de modelos de desarrollo endógeno. En general se trata de algún bien que el Estado domina, madera de pino por ejemplo, que se podría llevar a las Comunas y allí se transformaría en muebles baratísimos. De igual forma con el alambrón que se produce en Guayana se pueden fabricar mallas a bajo costo para la construcción. Estas son sus ideas generales para que todos vivamos felices, con un adecuado control de precios, bajo un gobierno socialista. Pensemos, por un momento, que Venezuela es rodeada por una gran muralla China. Nada ni nadie pueden salir o entrar. Pongamos la imaginación a andar. La extracción de petróleo disminuiría cada vez que se rompa algo y el repuesto sea alemán, americano o francés. La refinación de petróleo iría bajando pues los tubos para alta temperatura no se fabrican en el País. Las plantas de plásticos se detendrían por falta de catalizadores. Las máquinas recolectoras de maíz se pararían en cuanto fugasen sus componentes hidráulicos. No habría pilas para celulares ni celulares. Desaparecería el Internet. Los carros empezarían a detenerse. La electricidad dejaría de producirse por falta de repuestos para los generadores de Guri. El agua potable faltaría pues no habría cloro al agotarse las membranas especiales. La pesca iría disminuyendo cada vez que un motor Caterpillar se rompiese. No habría más vuelos por falta de gasolina y repuestos. Las medicinas desaparecerían en pocos días. No habría televisión y rápidamente regresaríamos a un mundo antiguo de hambre y peste como el Macondo de José Arcadio Buendía, con ranchos de tierra apisonada y sin ni siquiera contar con la alegría del gitano Melquíades que de vez en cuando aparecía para cambiar imanes por guacamayos. La calidad de vida en Venezuela no es que depende mucho del exterior. Depende totalmente del exterior. A muchos rojitos nacionaleros les parecerá una picante exageración pero no lo es. Cuando Chávez explica las cosas que podemos hacer, muebles de pino por ejemplo, se olvida que los precios no los ponemos nosotros sino que se ponen en el exterior. Los pinos requieren productos químicos y máquinas para su cuido. No se producen en el País. Se deben cortar con motosierras. No se producen en el País. Se deben recoger con máquinas que no se producen en el País. Se deben transportar con camiones que no se producen en el País. La fabricación de muebles requiere de cortadoras, lijadoras, tornos, taladros, y muchas otras cosas que no se producen en el País y en conclusión hasta esta elemental y sencilla cadena productiva tiene tantos elementos fuera del control Nacional que el desarrollo debería llamarse exógeno. Ni el Gobierno, ni las industrias del Estado, ni las Comunas ni nadie en Venezuela tienen capacidad de controlar los precios de nada, salvo aquellas cosas que se hagan con productos locales y pocas máquinas tales como sombreros de paja, collares de guacuco y bolitas de adivinar. Otro elemento en el concepto económico de Chávez es controlar los precios bajando las ganancias. Ya vimos que no puede controlar los costos y en consecuencia tampoco los precios y pocos trabajan por amor al arte. Si sus asesores le aconsejan eliminar ganancias o reducirlas y seguir con este atolondrado “modelo” socialista, paralizará al País sin necesidad de la muralla China y con la crueldad de ilusionar, con tarantines comunales, a muchas sencillos paisanos. Pero en fin, como usted no oye consejos agárrese a las revoltosas mariposas amarillas de Mauricio Babilonia. Quizás es su última oportunidad para no caer en el pozo de los orates.

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