martes, 16 de septiembre de 2008

Gambito de Putin aceptado


Por: Patricio Carbacho Astorga - El peligroso y pertinaz juego de ajedrez en el que ha colocado a Venezuela el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, puede llamar a engaño a la gente poco avisada y hacerla creer que ha sido el inquilino de Miraflores quien ha gestado el acercamiento al Caribe de la Federación Rusa con flota, aviones y todo. Sin embargo, si ampliamos la visión al tablero de ajedrez mundial nos daremos cuenta que la movilización de efectivos militares de la Federación Rusa es sin duda una respuesta a la presencia de la flota Norteamericana en el Mar Negro, llevando ayuda humanitaria al pueblo de Georgia luego del devastador ataque Ruso a Osetia del Sur. El viejo Oso de las estepas anhela volver a ser respetado en el mundo y para ello no ha dudado en retrotraer el tiempo a una época aparentemente ya ida. La presencia de los aviones Tupolev en Maracay no responde por lo tanto a un interés del Primer Mandatario de Venezuela, sino que es Rusia la que usa la ocasión para satisfacer su propio interés estratégico, es el Gambito que Putin ofrece a Chávez y que este último ha aceptado con entusiasmo febril. La diferencia con la crisis de los misiles en Cuba, es que la isla no tenía mucho que ofrecer al mundo como no fuera su posición en el mapa. Venezuela muy por el contrario, además de estar en el centro de gravedad de América, ha sido tradicionalmente un confiable abastecedor de petróleo de los países occidentales. Desde este punto de vista, sin duda que los Estados Unidos deben considerar el abastecimiento de petróleo que de diez años a esta parte a regaña dientes ha brindado Venezuela, como parte integral de su inventario estratégico. Sin embargo, a las constantes amenazas de corte en el abastecimiento de petróleo a las que ha ido acostumbrado el Comandante Chávez a los Estados Unidos, hay que agregar ahora la sombra de los aviones y barcos rusos, lo que podría hacer que Estados Unidos adoptara medidas para contrarrestar esta vulnerabilidad estratégica. Las potencias del primer mundo se caracterizan por aplicar políticas de estado que trascienden la temporalidad de sus gobiernos. Por ello, es poco probable que los Estados Unidos modifiquen su política e implementen algo demasiado drástico, por lo menos hasta que no se aclare el tema de la elección del nuevo presidente y al menos se le consulte su opinión al respecto. Mientras, el coloso del norte podría implementar acciones menores pero no menos trascendentes, como la ya anunciada disminución de vuelos a Venezuela, o una posible merma en la compra de petróleo que deje temblando las faltriqueras del tesoro venezolano. Esto último se puede lograr con un incremento en las compras a Irak, Nigeria, y Saudi Arabia, al mismo tiempo que se niegue la refinación del petróleo venezolano en las factorías de los Estados Unidos. Esto pondría en gran desventaja comercial al petróleo venezolano que no tendría dónde ser refinado y que debería pagar costosos transportes para llegar a los centros de consumo, ahora que el precio del mismo ha descendido al ámbito de los noventa dólares el barril, en momentos que el Gobierno venezolano necesita desesperadamente cubrir un gasto fiscal que es a todas luces deficitario. Sin embargo, si los Rusos decidieran permanecer en Venezuela, muy probablemente se estaría violentando la capacidad de tolerancia de los Norteamericanos y podrían querer adoptar una política más drástica. En todo caso ello ocurriría en el mediano plazo, cuando la imagen del Primer Mandatario de Venezuela esté carcomida por la violencia cotidiana, la inflación, el desabastecimiento, la falta de energía eléctrica, el colapso de la salud y cuando el Bravo Pueblo esté sufriendo un empacho con la monserga revolucionaria hueca e intrascendente.
Tal vez entonces, muchos venezolanos empiecen a darse cuentas que este juego del ajedrez personal de Hugo Chávez, no es otra cosa que un gambito a la Constitución, que desarrollan sus alfiles en forma diagonal y de espaldas a la mejor tradición occidental venezolana. Lo increíble e intolerable, más allá de la diatriba escatológica del Comandante, es que por un juego coyuntural de bajísima política interna, para pretender tapar el escándalo vergonzante del maletín, el Supremo Comandante en Jefe del País ha colocado a Venezuela y a los venezolanos, como un objetivo más en el ajedrez estratégico de las grandes potencias. Esto, más temprano que tarde lo podrá juzgar la justicia venezolana, sin embargo, el código de justicia militar desde ya contempla una figura legal muy precisa para ello, se llama traición a la patria.

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