jueves, 25 de septiembre de 2008

La mala leche


Por: Fernando Pastrano - La mala leche - En plena Revolución Cultural (años 60) Mao Zedong lanzó el eslogan «Acabar con los cuatro antiguos» («Po Si Jiu»). Se refería a los usos, costumbres, cultura y pensamientos. Los indocumentados mozalbetes de la Guardia Roja confundieron antiguo con viejo y acabaron con muchas obras de arte, edificios, prácticas religiosas e incluso personas venerables. Parece que no era esa la intención de Mao, pero fue el resultado. En los años 90, a Deng Xiaoping se le ocurrió que enriquecerse era glorioso (sic), para acabar con la idea comunista de que el mejor de los mundos sería un mundo sin dinero. Muchos de sus compatriotas se lo han tomado al pie de la letra. Ahí están algunos fabricantes de leche. Con la mala fortuna de que esos lecheros no se han enriquecido aguando la mercancía -como se hacía en la España de los 40 y 50- sino «melaminándola» . El agua no suele matar, la melamina sí. La leche nunca ha formado parte de la dieta de los chinos. Tradicionalmente se le ha considerado como un humor de ingestión desaconsejable, así como sus derivados, pero hoy muchos chinos -como en los años 80 pasó con las hamburguesas- identifican el consumo de lácteos con Occidente; y Occidente con progreso. De ahí que en todo el país haya estallado un boom lechero. El escándalo surgió hace tiempo, pero tardó en trascender a la opinión pública. La marca Sanlu, la principal implicada, conocía quejas de consumidores desde diciembre de 2007, pero no actuó en consecuencia hasta agosto de 2008. Y cuando se lo comunicó a las autoridades locales, estas no le dieron curso legal. Algunos creen que por miedo a enfurecer a los superiores del partido, otros que porque ellos también estaban implicados en la corrupción. Esa no era la intención de Deng, pero ha sido el resultado. Con todo, el principal perjudicado es el Gobierno. El indudable éxito de los JJ.OO. ha sido ensuciado por el escándalo. Y es que hacer compatible la economía libre con el partido único es muy difícil. Ya se ha visto: el socialismo de mercado tiene muy mala leche.

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