Por: Francisco Alarcón - No hay cosa que más le guste a los venezolanos que postularse en unas elecciones, cuestión en nada criticable con la conducta democrática que nos precedió antes de llegar a este “proceso”, también les resulta atractivo retratarse al lado de uno de esos candidatos. El problema culmina con las votaciones cuando no cristalizan los deseos, empero, ahora más que nunca es importante votar. Antes, en encrucijadas distintas nos llegamos a pronunciar por la abstención, pero visto y comprobado que esto no tuvo ningún efecto positivo, lo único que nos queda es votar y votar. Es la forma de manifestarnos en las calles y quizá la última oportunidad para hacerlo. Viendo como las convocatorias a movilizaciones no transfunden del Internet ni llegan a llenar la plaza Brión de Chacaíto, la mejor alternativa para un reencuentro y pronunciamiento es yendo a votar. Los llamados a protestar de cualquier naturaleza no rebasaron el Internet. Se “gestan” ahí y ahí se quedan, con sentimientos muy legítimos y pundonorosos pero no logran materializarse. Es sabido que si algo le preocupa al gobierno, es que la gente se congregue en torno a un objetivo y tenemos de frente unas elecciones cuyos resultados pudieran resultar interesantes para la disidencia, aún vadeando los partidos políticos y algunos candidatos. Lo sustantivo estaría en ratificarle al régimen nuestra desaprobación, tratando de conquistar el mayor número de alcaldías y gobernaciones. Será difícil para la sucesión chavista suspender estos comicios “por causa mayor” viendo que ya echaron el resto con el supuesto magnicidio y golpe, logrando “controlar” la situación en tiempo récord, habiendo “descubierto” a los complotados. El campo queda dispuesto con todo y un CNE obsecuente al presidente. Chávez le teme a estas tareas que involucran retos y arcanos. ¿Qué podrá pasar, será su poder de convocatoria como antes, habrá actualmente más o menos “chavistas”. Funcionará el voto castigo, la gente saldrá decidida a votar y a defender su voto? Bueno son muchas las preguntas pero principalmente son más para Chávez, que con encuestas o sin ellas, observa bastante disminuido su liderazgo, y seguramente presiente que ganando igual se puede perder, cuando algunos de sus propios camaradas logren definir sus cargos y luego se cambien a la disidencia por no estar de acuerdo con su desastrosa administració n y con su “socialismo” rojo. Votar pareciera la excelente arma que le queda al pueblo venezolano para protegerse del autoritarismo, así “conspira” por su libertad, logrando dar un “golpe” de sorpresa que sería inviable de tapar para el oficialismo. Si los partidarios del régimen son mayoría estará en evidencia, si no lo son, como esperamos, aparecerán realidades que irán más allá de todas las convocatorias fallidas hechas por la “oposición”. Las formas de lucha de un pueblo organizado en resistencia son múltiples, pero en el caso nuestro, no parecen ser suficientes los diez años del peor gobierno en la historia de Venezuela, para haber organizado una resistencia, ni para fructificar los partidos políticos. Posiciones a ultranza y de heroísmos virtuales no cuentan, la verdad privará para cualquier acción inmediata. El 23 de noviembre será el momento para volcarnos a votar masivamente sin temores a perder, viendo un panorama bastante complicado para los oficialistas, a pesar de contar con todos los recursos crematísticos y “bélicos”. El llamado sería: voten por quien tenga la mayor opción, jamás dejen de votar creyendo desechar una unidad violada, aún no siendo el candidato opositor de la preferencia del elector. El albur no son los candidatos sino las regiones y la probabilidad de alcanzarlas; éstas no serán unas elecciones normales, en ellas irá el resto de este pueblo burlado durante largos años. Las excusas al régimen se le acabaron ya no hay una cuarta república mala y ladrona, sino una quinta de horrores trepidantes. Demos la cara de esta forma con la cual siempre estuvimos animados, “perdiendo” ganamos el derecho a reclamar y a continuar…
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