lunes, 29 de septiembre de 2008

Entre invasores y traidores


Por: Eugenio Montoro - montoroe@yahoo.es - La verdad es que estos días han estado muy movidos pues Chávez, aterrado por la paliza electoral que le viene encima, ha tomado cualquier cantidad de decisiones estrambóticas desde pelearse con el Vaticano hasta sacar a empujones al líder de HRW. Dentro de ese acontecer alocado se le “chisporrotearon” dos expresiones que animan comentarlas. La primera se refiere a la afirmación (que en varias oportunidades repitió), de que si a Evo Morales lo derrocaban, él se sentiría con luz verde para actuar militarmente en Bolivia. Evidentemente el alto mando boliviano lo mandó largo al carajo, pero hay otros ángulos del gazapo. Muchas especialidades técnicas usan el modelismo a escala. Por ejemplo hacen un avión pequeño, lo prueban, lo corrigen y luego fabrican el avión grande. Esto significa que las cosas, a pequeña escala, generalmente reproducen y son consecuentes con las de escala mayor. Al tirarse Chávez por ese barranco declaratorio de meterse en Bolivia si las cosas no salían como a él le gustaban, se mostró al mundo como un truhán metiche “invasorcito” de pequeña escala y con ello, sin darse cuenta, aprobó todas las invasiones de sus archiodiados enemigos, los gringos, a gran escala. Ya no tiene moral para criticar la invasión de los Estados Unidos a Irak, pues su declaración sobre Bolivia justificó las invasiones a otros países. Para condimentar el caldo sus “panas” rusos se metieron hace poco en Georgia como Pedro por su casa con tanques y soldados, cosa que Chávez aplaudió por lo acertado de la acción, aunque la verdad es que ese día fué cuando se enteró que existía una tal Georgia y ni idea tenía de lo que allí pasaba. La metida de pata con Bolivia es tan grande que Chávez también le dio luz verde a cualquier país del mundo que “no le parezca bien” lo que pasa en Venezuela para que nos amenace con invadirnos. La otra infeliz declaración de Chávez tiene que ver con el juicio que sobre un maletín, con un pocotón de dólares, llevaba de regalo un gordo de apellido Antonini a los argentinos. Poco a poco el juicio, lleno de grabaciones y detalles, va develando un inmenso pozo séptico de corrupción que amenaza pringar a Chávez y a sus cercanos. Irritado por ello y asustado por lo que le viene, llamó al tal Antonini “traidor”. Pues veamos que dice el diccionario sobre traición: “Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”. Así las cosas la única forma de que Antonini pudiese ser traidor y quebrantar lealtades es que fuese, previamente, de un grupo leal y fiel a Chávez y su pandilla. De manera tal que, al declarar traidor a Antonini, Chávez admitía estar involucrado en el caso. Que vaina con las palabras presidente que también traicionan. Alguien debería darle un calmante a Chávez pues con la pérdida de estribos va a continuar diciendo tonterías. Su actual desbaratamiento interno es tan grande que hasta ha creado una muletilla (casi un tick) de decir al final de algunas frases: Eeeh?. Esta muletilla es casi un ruego para que le presten atención. Él sabe que sus mensajes ya no llegan a la gente, que son repeticiones vacías y que sus simpatizantes de ayer se desvanecen. Está caminando hacia el peor sitio para un ególatra: la soledad. Ya no se necesita analizar si Chávez se irá pronto. Ya él solito lo está diciendo. Eeeh?.

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