Por: Hernán Zeballos H. - Todos conocen al legendario representante de su Majestad Británica, el personaje creado por Ian Fleming, el Agente Secreto 007, con licencia para matar. Bueno, el presidente Hugo Chávez, protector del Gobierno actual, se ha declarado un émulo del personaje británico y está dispuesto a ocupar Bolivia, en el momento que él considere oportuno, cuando sus amigos (o amigo en particular) consideren que están en peligro, por la amenaza que representa el Imperio para nuestro país, así como la Media Luna. Sucede ahora que, cuando menos cerca a dos o tres millones de ciudadanos no originarios, están en peligro, y deben andar como lo declaró, ¡qué ironía!, alguien que será retornado al país para ocupar una celda en Chonchocoro, con el “testamento bajo el brazo”, porque 007 puede entrar en acción. Algo más, el protector de Bolivia se ha sentido molesto con las declaraciones del general Luis Trigo, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, quien en defensa del país ha expresado que las FFAA, como corresponde, no permitirán la injerencia de ningún país, para ocupar territorio boliviano. ¡No!, dice Chávez, el general Trigo y sus comandantes inmediatos se encuentran en huelga, porque no salen a matar bolivianos. Además reclama: “se toma la libertad de, sin consultar con su Presidente, salir a responderle al presidente Chávez”. Nuestro canciller: chitón. Más claro agua, ahora somos una nueva colonia. La primera prueba para poner en vigencia a 007 en nuestro territorio se ha dado en Cobija, tal como revela el titular de un periódico de circulación nacional, el aeropuerto de esa ciudad se ha recuperado “a tiros”. Siguiente paso, las “FFAA detienen a 11 personas y las envían como confinadas” (16/09). Parecía que después de una no tan larga primavera democrática, se retorna al procedimiento de “confinar” a ciudadanos bolivianos dentro de nuestro propio territorio. De forma paralela, en una acción muy rápida, la presidenta Michelle Bachelet convocó a los presidentes de UNASUR para analizar la crisis boliviana, ya que el país no tiene la capacidad para resolver entre sus ciudadanos los problemas generados por las decisiones del Gobierno que busca imponer un modelo socialista asociado a otro modelo indigenista, en ambos casos apuntando a crear un país aislado, que busca retroceder en la Historia. Esto último, como bolivianos, es preocupante, porque el mensaje que lanza UNASUR es de total respaldo al Gobierno actual, pero basado en una visión incompleta del problema, ya que no toma en consideración los puntos de vista, los deseos de otra parte muy grande de la ciudadanía, una visión distinta de país. El argumento es: “respaldar las acciones del Presidente originario, que busca que las regiones ricas contribuyan con parte de sus recursos a favor de los más pobres del país”. Aquí no aparecen temas de fondo, el retorno al pasado, mediante la imposición de un proyecto de nueva Constitución Política del Estado que busca dividir al país en 36 naciones y separar a sus habitantes entre indígenas, campesinos originarios y los otros y la imposición de un esquema de dominio por los primeros, mediante sistemas diferenciados en la organización del Estado y la justicia. Detrás de todo esto, parecería existir un auténtico interés de los países vecinos, para que nuestra economía se debilite, el caso de la ausencia de inversión para seguir desarrollando nuestros recursos gasíferos pese a millonarias ofertas de inversión que no aparecen, y la conformación de un Estado tribalizado, al cual habrá que venir a imponerle “cascos azules” de las Naciones Unidas o una “fuerza de paz” que acabe con la independencia del país, ya que no podemos entendernos entre nosotros. Luego, seguramente siguiendo el modelo de Irak, se instalará un grupo que establezca a quien vendemos nuestro gas, a un precio definido –los clientes están a la vista: Brasil, Argentina y Chile— y para qué utilizaremos esos recursos, uno de esos usos sin duda será comprar alimentos de nuestros propios vecinos. ¿Ficción o realidad? En un corto plazo, lamentablemente, tendremos las trágicas respuestas.
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