Por: Pedro Lastra - La velocidad de la caída del régimen y del desmoronamiento del prestigio internacional del presidente de la república es inversamente proporcional a sus esfuerzos por evitarlo. Y es tal el cúmulo de desafueros y tropelías que comete, que hace exactamente lo necesario para aumentar la velocidad de la caída. En lugar de soltar el lastre, se cubre de piedras. Obedece así a la ley de Newton. Pero no es una manzana la que se derrumba por efecto de la gravedad de sus equivocaciones: es el volcán de su gobierno. Hechos al canto. Contra todas las buenas maneras del derecho internacional, el presidente de la república le ha ordenado a su asamblea nacional negarle el salvoconducto al dirigente estudiantil Nixon Moreno, asilado en la nunciatura desde hace un año y recientemente favorecido con el asilo concedido por el Vaticano. Contrariando a la milenaria institución religiosa y el buen nombre de la cancillería vaticana no sólo rechaza la concesión de un sagrado derecho humano, como el del asilo – que en el pasado salvara de la cárcel a más de un capitoste del régimen – sino que lo hace con argumentos dignos del dictador de una república bananera: Nixon Moreno no es un líder estudiantil perseguido por su ascendiente entre los sectores más combativos del estudiantado merideño, sino un violador profesional. Además de constituir una abominable falacia estamos ante un caso flagrante de hipocresía y doble moral: ¿por qué no expulsan al embajador nicaragüense, representante en Venezuela de un presidente pederasta y contumaz violador de su propia hijastra, a la que esclavizara sexualmente? No termina por digerirse la repugnante acción de la Sra. Cilia Flores y su corte de zarrapastrosos en contra de la diplomacia vaticana, y hete aquí al canciller enredado en uno de los más rocambolescos episodios de la estupidez nacional. Expulsa del país de la manera más ominosa imaginable, como si de un leproso político se tratara, a uno de los más reputados defensores de los derechos humanos en el mundo, el chileno José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch, y junto a él al subdirector de la misma ONG, el norteamericano David Wilkinson. La indignación de la opinión pública mundial no se hizo esperar. Pero lo más grave para el gobierno del presidente Chávez es que el gobierno de la Dra. Michelle Bachelet, que recientemente y en un gesto de entendimiento respaldara sus afanes a favor de su aliado Evo Morales, no dejó pasar la ocasión para defender, como corresponde, a uno de sus conciudadanos: "Expulsar a un ciudadano, a un luchador por los derechos humanos nos parece muy lamentable, nos parece que la reacción que ha tenido el Gobierno venezolano ha sido absolutamente desproporcionada", afirmó el subsecretario chileno de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren. A buen entendedor, pocas palabras. La petrochequera no sólo comienza a escasear ante el grave y pronunciado descenso de los precios del petróleo sino que ya no basta para carenar el barco que se le viene a pique. Aplastado por los escándalos y abrumado por sus propias estupideces, el teniente coronel debiera comenzar a pedir de urgencia una buena cantidad de salvavidas. Podría ser el último negociado para la familia Rangel Ávalos. Nunca es tarde para abultar las cuentas mal habidas.
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