lunes, 8 de septiembre de 2008

El Medallero


Por: Ernesto García Mac Gregor - garciamacgregor@gmail.com - Una vez pasada la furia vale la pena la reflexión. Desde que Venezuela incursionó por primera vez en los juegos olímpicos (versión 14ª de 1948), sólo había logrado un total de diez medallas. Cinco de ellas (la íngrima de oro, las dos únicas de plata y dos de bronce), corresponden al boxeo, ese dudoso deporte de arrabal, que se aprende en la universidad de la vida y se perfecciona a fuerza de golpes. Cuarenta años habían transcurrido desde la única de oro (Morochito, 1968), ¿cómo pudo entonces el chavismo prometer ostentosamente cinco doradas para 2008? En primer lugar se enteraron que las olimpíadas no eran cosa de juego, por el contrario, entendieron que se requería del esfuerzo, de la mística y disciplina a dedicación exclusiva, tanto del atleta como del entrenador, condiciones inexistentes en nuestro país. Petrochequera en mano, trasladaron a los muchachos a naciones con amplia experiencia en la materia (menos al Imperio) en donde recibieron pasantías cortas que los pulieron y colocaron con posibilidades reales de triunfo. Por otra parte, las marcas mínimas habían sido 'flexibilizadas' por solicitud de los chinos, quienes querían presentar las olimpiadas más concurridas de la historia. Por eso pudieron asistir gran cantidad de atletas criollos calificados quienes hicieron un gran esfuerzo y quedaron muy bien ante lo mejor del mundo. Hasta ahora todo plausible. Pero surgió la megalomanía de Chávez con sus millones en propaganda política y su socialismo a juro: revolución deportiva, oro para la revolución, como si con el dinero se pudiese obtener medallas como se compran voluntades. Pero le fallaron los numeritos, porque en deportes, dos y dos no son siempre cuatro. Después vendría aquel desplante cínico frente al predecible fracaso de las cinco de oro: “no nos importa el medallero dijo el Presidente” el verdadero perdedor fue EE.UU. (frente a China)”, como si su antiyanquismo tuviese que ver con el sentimiento deportivo. Hemos perdido la capacidad de asombro frente a un Chávez cada día más autosuficiente y arrogante, que promete cifras falsas ante un coro de aduladores de tan baja calaña, que no sólo celebra sus mentiras y disparates, sino que justifica posteriormente sus fracasos como si fueran logros. Pobres borregos. Que oiga quien tiene oídos.

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