lunes, 8 de septiembre de 2008

Quiero volver a confiar

Fui criada con principios morales comunes: Cuando era niña, madres, padres, profesores, abuelos, tíos, vecinos eran autoridades dignas de respeto y consideración. Cuanto más próximos o más viejos, más afecto nos dieron. Era inimaginable responder mal educadamente a los más ancianos, a maestros o autoridades. Había respeto. Confiábamos en los adultos porque todos eran padres, madres o familiares de todos los niños de la cuadra, del barrio, de la ciudad. Teníamos miedo apenas de lo oscuro, de los sapos, ratones, o películas de terror. Hoy tengo una tristeza infinita por todo lo que hemos perdido. Por todo lo que los niños un día temerán. Por el miedo en la mirada de los niños, jóvenes, viejos y adultos. ¿Deberes ilimitados para ciudadanos honestos? ¿Pagar las deudas es ser tonto? ¿Los honestos son pendejos? ¿No tomar ventaja es ser necio?
¿Qué pasó con nosotros? Profesores maltratados en las aulas, comerciantes amenazados por traficantes, rejas en nuestras ventanas y puertas. Cada uno encerrado en su mundo. ¿Qué clase de "valores" son éstos? Carros que valen más que abrazos. Hijos queriendo regalos por pasar de curso. Celulares en las mochilas de los recien salidos de los pañales. ¿Qué vas a querer a cambio de un abrazo? Más vale "parecer" que "ser"; más vale un caro maquillaje que un helado; más vale una pantalla gigante que una buena conversación; más vale un Armani que un diploma. ¿Cuándo fue que todo los valores desaparecieron o se volvieron rídículos?. Quiero quitar las rejas de mi ventana para tocas las flores; quiero sentarme en la vereda y tener la puerta abierta en las noches; quiero la honestidad como motivo de orgullo; quiero la rectitud de carácter, la cara limpia y la mirada a los ojos; quiero la esperanza, la alegría, la confianza, la fe; quiero la verguenza y la solidaridad; quiero callarle la boca a quien dice: “a nível de” al referirse a una persona. Viva el "Ser" y viva el retorno de la verdadera vida, simple como la lluvia, limpia como un cielo de abril, leve como la brisa de la mañana y definitivamente común y corriente como el "ser". Adoro mi mundo simple y común. Tener el amor, la caridad, la solidaridad como base. La indignación delante de la falta de ética, de moral, de respeto. Vamos a volver a ser “gente” a construir un mundo mejor, más justo, donde las personas respeten a las personas. ¿Utopia?. ¿Si? ¿No?. Depende de nosotros.

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