jueves, 13 de agosto de 2009

Tropieza con la misma piedra


El 1° de enero de 2008 entró en vigencia la actual política automotriz del Gobierno de Hugo Chávez. Los objetivos anunciados fueron: Promover la producción nacional de partes y vehículos ensamblados; reducir la importación de vehículos terminados y bajar los precios.A 20 meses desde que entrara en vigor, se puede afirmar que tal política ha resultado un fiasco. En lo que va de año el ensamblado de vehículos es 40% menos que en igual período de 2007; el mercado nacional está casi desabastecido y, para ñapa, los precios de los automóviles se han ido por las nubes. El fracaso de esta política se debe a muchos factores. Apartando el hecho de que el mercado funciona por reglas propias, se tiene que ahora Cadivi tampoco está otorgando a los ensambladores y a los importadores de autopartes las divisas que éstos requieren. Así las cosas, para la industria nacional es casi imposible mantener los niveles de ensamblaje de hace dos años, y mucho menos aún aumentar su producción. En consecuencia, lo que se avizora es mayor desabastecimiento y mayores precios por un bien de cada vez más difícil acceso.Ahora, según parece, que el Gobierno se está preparando para cometer el mismo error con la industria farmacéutica. Este martes, el ministro de Comercio, Eduardo Samán anunció a los venezolanos, la misma cartilla que aplicó a la política automotriz: Que el Gobierno tiene previsto reducir la entrada de medicamentos terminados; que sólo promoverá la importación de materia prima e insumos para fortalecer la producción nacional de fármacos y que con ello buscan disminuir los precios al consumidor. Es más, Samán aseguró que Venezuela está en capacidad de producir el 98% de la demanda de medicinas.Esta política aparentemente fue puesta en marcha desde hace más de un mes, cuando el mismo Samán anunció que se reformarían unas 51 leyes para darle el marco legal al sistema de comercio socialista que Chávez adelanta en el país. Y una de las principales premisas de este sistema es que las patentes y marcas son concesiones del Estado y no propiedad particular de nadie.Cabe recordar que el número de fabricantes de fármacos establecidos en Venezuela es apenas una fracción que la que existía hace unos 20 años. Esto se debe en parte, a las políticas sanas y sensatas de Carlos Andrés Pérez que estimulaban a las empresas a consolidar en un solo país todas sus operaciones en la Comunidad Andina de Naciones. Esto llevó, por un lado, a la pérdida de varios productores nacionales, pero por otro, permitió que los que se quedaron en el país aumentaran su capacidad de producción en un factor de 2,3 o 4 veces más. Hasta allí las cosas marchaban más o menos bien.A diferencia de Pérez, Chávez ha impuesto desde hace diez años una política anti empresa y contra la propiedad privada, con lo cual ha reducido en forma importante la planta industrial y la capacidad de producción del país. El sector farmacéutico no se ha escapado de este arrase.Ahora bien, siendo la industria farmacéutica una industria de ensamblaje, similar a la automotriz, que requiere de muchos insumos importados para combinarlos con los pocos que aún se producen en el país, es de pensar que seguirá la misma ruta del fracaso del sector automotriz. Más aún cuando los dólares de Cadivi difícilmente podrán satisfacer los volúmenes que demandaría la fabricación de mayor cantidad de medicinas.Lo grave es que, a diferencia de los vehículos, las medicinas no pueden ser recicladas, reconstruidas ni renovadas una vez vencidas o consumidas. Así, en adelante, la menguada salud de los venezolanos penderá de un hilo, de la irracionalidad de un Gobierno comunista o tal vez de la importación de los obsoletos, caducos y poco confiables fármacos cubanos.. Disponible en inglés en: www.veneconomy.com a partir de las 4:00 p.m.

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