sábado, 29 de agosto de 2009

Paredón y ametralladora


Por: Myriam Obadía - Mybuho7@gmail.com - Abogada venezolana - Las cartas de Myriam El perverso placer de acorralar a una sociedad democrática, de colocarla frente a un paredón de inconstitucionalidades; de ametrallarla con leyes inconsultas; con ráfagas cobardes que fusilan por la espalda la Constitución vigente, están provocando la ira de todos. De una población, que atada de manos, ha soportado estoicamente diez años de violencia institucional. Ha tolerado, los desmanes de un Cuerpo Legislativo, que en el colmo de la desvergüenza, hasta sanciona leyes para liberar de control al mandatario, “legalizando” el totalitarismo. Ha consentido, de la máxima autoridad judicial, la denegación a todos sus requerimientos y ha aceptado que al antojo y al gusto del dominador, se interpreten las normas constitucionales. Ha permitido, que los representantes del organismo electoral, jueguen una y otra vez con cartas marcadas, convirtiendo en tenebroso casino, lo que debería ser santuario de la expresión popular. Ha sufrido el desamparo, de un Poder Ciudadano, que al igual que todos, gira alrededor de las instrucciones del Poder Ejecutivo. Una sociedad democrática, víctima, de un Estado agresor, que ha vuelto trizas: la libertad, la democracia, la justicia y la convivencia. Asfixiada, reprimida… por reclamar el cumplimiento de las normas del pacto social. Atormentada, por la promulgación de leyes punitivas, de reformas de Códigos, que propugnan la subordinación a la roja y decadente tiranía. Un pueblo, al que le violan el derecho a la propiedad, a una vida digna y sin violencia. Por encima de millones de habitantes, se impone la voluntad de uno solo; de un individuo, que insiste en llevarnos “legalmente,” a la piedra del sacrificio comunista. Apropiarse quiere, de las mentes de los niños y adolescentes, para manipular su pensamiento y amputar sus aspiraciones. Por todo ese panorama de atropellos, harta de todos los excesos, la sociedad civil, decidió responder al llamado a la marcha, de un sábado glorioso para la democracia. Ya no le importa, que algunos dirigentes estén distraídos en sus propias mezquindades. Está consciente, que la fortaleza radica en la unidad; que esas miserias humanas, no deben amilanarla ni quitarle el entusiasmo. El pueblo se levantó… y seguirá levantando su voz por sus derechos, colmando las calles de Caracas. Ya nada ni nadie lo amedrenta. No le importa que lo espere la celada violenta, ordenada por la paranoia del régimen; que miles de policías y otros tantos guardias nacionales, apostados en diferentes esquinas, le den la bienvenida a la fiesta de bombas lacrimógenas, perdigones y chorros de aguas tóxicas. Tampoco, que una “vergüenza disfrazada de militar”, con ínfulas de líder político, como epílogo a su faena represiva, le lance una perorata salpicada de resentimientos. Ya la población conoce, que en esta “revolución,” el único mérito para lograr ascensos, recibir soles y optar a la máxima condecoración, es la lisonja al comandante en jefe y el atropello a los derechos de la disidencia. ¡El pueblo respondió y lo seguirá haciendo!... Ya no es preciso esperar, que salgan de sus tumbas: Bolívar, Sucre o Paez, a devolvernos la independencia arrebatada por la Corona Cubana. O, que regresen: Betancourt, Villalba y otros valientes dirigentes a rescatar la democracia perdida. Ni es necesario, aguardar la llegada de Lech Walesa, para que nos inyecte dignidad y coraje para evitar que por la fuerza se imponga el comunismo. La ciudadanía maltratada y esa dama una y mil veces violada, impondrán el mandato consagrado en el artículo 350. El rey está desnudo y cada vez más sólo. El deterioro de su imagen es evidente. ¡Demasiados errores!... ¡Demasiada soberbia!... ¡Adelante demócratas, no es tiempo de perder la fe y el ánimo!

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