Por: Carlos Genatios - La Ley Orgánica de Educación (LOE) procura llevar a la práctica lo que la presidenta de la comisión de educación declaró: “La sabiduría popular sobrepasa los saberes académicos” (El Nacional 16/8/09 p.A5). La LOE menciona 8 veces la palabra “indígena”, 5 “afrodescendiente”, 5 “caribeño”, 7 “saberes”, 54 “social”, 5 “militar”, 4 “ancestral”. No menciona la palabra “ciencia”. “Tecnología” es mencionada 2 veces, como “tecnologías de la información” y una de esas veces es para obligar a los medios de comunicación a cumplir esa ley. Si bien la LOE reconoce justamente los aportes indígena y “afrodescendiente” a nuestra cultura y defiende la educación multicultural, por otro lado no reconoce el valor del aporte europeo al mestizaje que conforma nuestra realidad ¿Para qué toda esa declaración racial de principios? La LOE atribuye a los saberes populares y ancestrales, a la artesanía y a los caracteres caribeños, indígenas y afrodescendientes, un especial carácter epistemológico que sugieren un “ser venezolano-bolivari ano”: una ontología. ¿Cómo pueden esos saberes populares, ancestrales, indígenas, caribeños y afrodescendientes aportar soluciones adecuadas a problemas como el de la vivienda? Los sectores populares construyen ranchos insalubres, costosos e inestables, porque están excluidos del conocimiento y del desarrollo económico, y desconocen las normativas técnicas más elementales para que sus vidas no sean arrasadas por un terremoto. Esos conocimientos se obtienen y se desarrollan en las universidades, en la academia, con estudios que superan 5 años de esfuerzo personal. Al improvisar formaciones más cortas, como las que dan las misiones, no se hace sino despreciar el conocimiento, resaltar la ignorancia, engañar a los estudiantes creándoles falsas expectativas y, en fin de cuentas, poner en peligro la vida de los sectores populares. Un joven formado en “medicina general integral” se cree médico con 4 años de formación, cuando para serlo se requiere de al menos unos 10 años de duro esfuerzo personal, de estudios de pregrado y postgrado, además de la pasantía rural. Hoy los postgrados de medicina se quedan vacíos, mientras miles de jóvenes, sus padres, y peor aún los pacientes, son engañados con formaciones incompletas. ¿Cómo pueden los saberes populares y ancestrales contribuir a la construcción de las infraestructuras de los puentes y la Faja del Orinoco, a las telecomunicaciones, a negociaciones diplomáticas y comerciales en inglés, francés, persa, chino, o ruso, o a los estudios para superar la pobreza? Un estudiante formado en la visión de la LOE, despreciaría los desarrollos del conocimiento con los que avanza la humanidad y buscaría respuestas donde no las hay. Eso lo anularía como individuo, frente a la brecha de conocimiento que esa ley incrementará. Eso sería tiempo perdido. La LOE muestra desprecio a uno de los pilares de la educación que es el esfuerzo personal de estudiar. La LOE es una ley de oscuridad.
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