domingo, 23 de agosto de 2009

El Comandante papa frita


Por: Vinicio Guerrero Mendez - vinguerrero@hotmail.com - Te voy a contar una historia, que pareciera un cuento inventado por una mente calenturienta pero que en realidad esta historia es verídica y la traigo a colación a propósito del bochornoso e indecente show escenificado por un coronel, quien en una maravillosa exhibición, se adelantó a dar órdenes de atacar a un grupo de la vanguardia marchista, que apenas llegaban al sitio impuesto por un atemorizado ministro, se tomó atribuciones que no le correspondían y megáfono en mano, se disparó un discurso-orden- ( que dejó pálida las peroratas de su presidente) de poner la rodilla en tierra, para humillar a nuestro pueblo y no permitiendo que una mujer se le acercara... palabras textuales: "no te me acerques" y ordenaba a sus soldados que no permitieran a esa persona que se le acercara, seguramente por temor a una merecida y valiente bofetada.Es el caso que me relata un amigo que tuvo un tiempo en el servicio militar, a propósito de ese show montado por el militar me refería que en su tiempo de servicio, tuvo oportunidad de conocer a un comandante que a escondidas le tenían el mote de “Comandante Papa frita” he aquí la historia: Este personaje cuando llegaba a las puertas del cuartel, hacía un alto y respiraba profundamente, se aclaraba la voz, se acicalaba el rostro, peinaba con su mano sus cabellos y se alizaba las pestañas; y de allí en adelante no había quien lo aguantara, pues comenzaba a dar órdenes y ofrecer calabozo, co…dazos y castigo a los soldados. Su voz era fuerte y desagradable, más cuando se hacia acompañar de un micrófono retumbaban las paredes del cuartel. ¡Vaya macho! se decían entre ellos. En las horas de comedor el silencio era total porque sus amenazas y castigos estaban a la orden del día; en pocas palabras era el señor y el más poderoso del cuartel. Pero no podía ver el día oscurecerse o el cielo encapotado porque entraba en pánico. El miedo le atacaba y sus soldados le decían que no se preocupara que era que iba a llover, más el hombre comenzaba a bajar la voz y a preguntar con insistencia que hora era. Al final de la tarde cuando se pasaban las seis, nos parecía que estábamos ante el propio drácula. No podía ver una mujer porque se atemorizaba y ordenaba a cualquier soldado de confianza que le cantara la zona por si llegaba su esposa. Muchas veces ésta se presentaba sin previo aviso y cual cuaima le increpaba por no haber llegado a la casa temprano si había tanto por hacer, de inmediato y sin importar la presencia de soldados y oficiales, le agarraba cariñosamente su orejita, se la retorcía y lo metía en el carro y se lo llevaba tan mansito como una ratica, perdón corderito. Así es la vida. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. (Art.19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos). Afectuosamente, Imperfecto.

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