martes, 25 de agosto de 2009

¡Qué barbaridad!


Este lunes 24 de agosto el país amaneció con una empresa menos: La ensambladora Mitsubishi Motor Automotriz (MMC), ubicada en Barcelona, Estado Anzoátegui. El cierre de esta empresa, como en el caso de muchas otras, es causado por una planificada estrategia antiempresarial. Para Mitsubishi, esta estrategia la llevó a una brutal caída de la producción: De 110.944 unidades producidas en 2008, hasta llegar a apenas a 2.535 en lo que va de 2009; el rendimiento más bajo de los últimos cinco años y el peor de toda la zona. En el caso de esta automotriz, como táctica se uso a un grupo de trabajadores, que no representaba la voluntad de la mayoría, el cual provocó "un alto nivel de ausentismo, indisciplina, agresividad y anarquía", a lo que se sumaron "actos intencionales de sabotaje e intimidación dentro de un marco de impunidad", que puso en riesgo la estabilidad y seguridad de unos 2.000 trabajadores. Esta es la segunda empresa automotriz que cierra en el año. La primera fue General Motors de Venezuela, quien suspendió sus actividades, a consecuencia de la falta de dólares para cancelar sus deudas. Mientras que Toyota, está en vilo tras enfrentar serios problemas laborales por más de un año.En todo país el cierre de una empresa es algo de lamentar: Significa pérdida de capacidad productiva, destrucción de puestos de trabajo, incremento de desempleo y merma en la oferta. Y esto es más lamentable en un país que necesita con desespero de inversión privada, le urge incrementar su producción nacional y generar fuentes de empleo, tal como lo requiere hoy Venezuela que está llegando a la carraplana económica.Pero, lo más trágico es que el cierre de empresas es consecuencia directa de las erradas políticas que viene aplicando, ex profeso, el Gobierno para destruir al sector privado de la economía y exterminar la propiedad privada de raíz, en pos de implantar su trasnochado comunismo. Por ejemplo, las razones que aduce Mitsubishi en su comunicado oficial deberían causar alarma en todos los sectores democráticos y sensatos del país pues son, con sus variables y modismos, las que se repiten en los cientos de empresas cerradas en estos diez años de Gobierno en todos los sectores, incluyendo, al automotriz. El acoso empresarial viene dado, no sólo por el acoso parasindical, sino también por la vía de leyes, sentencias, suspensión de licencias de importación, o restricción de dólares de Cadivi, entre otras.Los resultados de esta perniciosa política antiempresarial están a la vista: Por ejemplo, con el cierre de Mitsubishi, una de las empresas más importantes de la zona, no sólo se suma una empresa a las más de 200 que han cerrado sus santamarías desde 1998 en la Zona Industrial de Barcelona, sino que se pierden unos 2.000 puestos de trabajo directos, sin contar el peligro que representa para unos 3.000 empleos indirectos.Esta cifra es algo que debería hacer reflexionar a cualquier gobernante verdaderamente comprometido con el bienestar colectivo. Por el contrario, el Gobierno lo que hace es seguir arreciando su paso y cercar aún más al sector privado. A esto se le agrega un agravante, ante el enfrentamiento con Colombia, el Gobierno de Hugo Chávez está cerrando las puertas a su principal socio comercial, y aplicándole a ese país una especie de cerco similar al aplicado por Estados Unidos a Cuba, por el que tanto se rasga las vestiduras. Mientras tanto, busca apresuradamente, entre sus aliados políticos en el Continente para improvisar importaciones, primero con Ecuador y ahora con Argentina. Pareciera que el Gobierno Venezolano piensa que para un país tener la disponibilidad para exportar cualquier producto, y en especial vehículos, es "soplar y hacer botellas". No comprende que toda empresa requiere planificación, programación y tiempo para producir.En definitiva, el Gobierno sigue revolcando a la economía y comercio del país, retrocediendo la calidad de vida del venezolano a tiempos ha.. Disponible en inglés en: www.veneconomy.com a partir de las 4:00 p.m.

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