Por: Hermann Tertsch - De la indolencia a la complicidad - NO tengo ni la menor idea si el presidente Rodríguez Zapatero va a felicitar -o ha felicitado ya- en nombre de todos los españoles al señor Ahmadinayed por su muy peculiar reelección como presidente de Irán. Sí tengo ya la certeza de que ni Gordon Brown, ni Nicolas Sarkozy ni Angela Merkel lo han hecho ni lo van a hacer. Todos ellos han anunciado que se niegan a mostrar la más mínima satisfacción por la estafa electoral que supuso esta reelección. También han condenado, como Barack Obama, al que costó un poco más hacerlo, la brutalidad del régimen de terror que definitivamente se ha impuesto en esta crisis. En ella se han solapado las ansias de libertad de la juventud, con el 60 por ciento de la población menor a los 30 años, la rabia por los engaños, los fraudes y la corrupción, la crisis económica y el empobrecimiento. Pero ante todo el hecho de que por primera vez desde la implantación del régimen islámico se ha roto el pacto de intereses entre los diversos grupos que forman la cúpula del régimen iraní. Mientras en toda Europa ha habido manifestaciones en solidaridad con la juventud y la oposición en un régimen como Irán, aquí hemos estado más callados que Zerolo cuando el régimen de Teherán monta sus grandes espectáculos ahorcando de grúas industriales a sus homosexuales. Si el caso de Neda, la primera joven muerta en los disturbios después de las elecciones conmovió al mundo, aquí todo esto parece lamentarse muy en silencio. Ni un reproche de La Moncloa a Ahmadinayed ni al régimen teocrático islamista -con lo mal que se lleva con la religión de la mayoría de los españoles-. No hemos sabido de ninguna manifestación en contra de la actuación de las tropas de la policía y los milicianos basyris. Si Neda murió de un disparo en la calle, hoy sabemos del caso de Tanareh Mousavi que, detenida con otros estudiantes, fue torturada y violada por grupos enteros de los policías religiosos, después llevada en coma a un hospital con la vagina y el ano totalmente destrozados, además de cortes y golpes y lesiones internas. Dos horas después los milicianos regresaron al hospital y se la llevaron con destino desconocido. Dos días más tarde, su cadáver aparecía calcinado en la cuneta de una carretera. Parece que nuestra tropa de la Zeja pero también todas las feministas que en la misma se encuadran aplican ya a los regímenes islámicos de la Alianza de Civilizaciones de Zapatero unos baremos más piadosos. Lo deben llamar complicidad con las diversas sensibilidades. Eso respecto a Irán. Porque España se ha convertido además bajo Zapatero en un poder intervencionista a favor de todos los proyectos dictatoriales en Latinoamérica y en un Gobierno chivato que en vez de proteger a la disidencia en todas las dictaduras, del signo que sean, ignora y traiciona a los perseguidos. Y da certificados de corrección diplomática a los principales responsables de esta deriva totalitaria como acaba de hacer el ministro Moratinos en Venezuela. Todos callados ante las tropelías de que es objeto nuestra sociedad. Casi me parece peor ese silencio indolente y cómplice ante los monstruosos abusos de los amigos políticos de nuestro presidente.
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