lunes, 20 de octubre de 2008

¿Tiempos de cambio?


EL PAIS -La proximidad de las elecciones regionales de Venezuela para renovar gobernadores, alcaldes y legisladores, debe tener nervioso a Hugo Chávez. Los sondeos muestran una tendencia al debilitamiento del control chavista, que vuelven a demostrar la creciente inconformidad del pueblo venezolano con el régimen que gobierna su país. Según las encuestas, la oposición mantendría sus mayorías en Zulia y Nueva Esparta, y tiene grandes posibilidades de adjudicarse la victoria en estados como Carabobo, Táchira, Mérida y Trujillo. Esta amenaza al monolítico mandato chavista se aumenta con la participación de las tendencias disidentes del movimiento bolivariano, y con el fracaso de su nuevo partido, donde está concentrada la élite del chavismo que muchos tachan de corrupta. De allí que Chávez haya decidido encabezar la campaña, lanzando ataques furiosos contra personajes de la oposición como Manuel Rosales, ex candidato a la Presidencia, gobernador del estado Zulia y aspirante a la alcaldía de Maracaibo. Chávez ha convertido en una cuestión clave la elección del próximo gobernador zuliano, el estado donde Rosales conserva las bases de su poder político. Expresiones como “te voy a desaparecer del panorama político” y otras de igual tono fantoche muestran que el Presidente venezolano está nervioso. De allí que también haya comenzado a evitar polémicas sobre asuntos que son mal recibidos por los venezolanos, como su simpatía hacia las Farc y el ELN. Así mismo, Chávez ha preferido guardar silencio en sus acostumbradas provocaciones cuando se trata de política internacional, otro ítem sobre el que la opinión pública ha manifestado su hastío. Además, en medio de las virulentas declaraciones que se cruzan Gobierno y oposición, los ciudadanos venezolanos muestran su descontento frente a la carestía de alimentos y la creciente inseguridad. El nerviosismo de Chávez es, claro está, justificado. Su poder omnímodo parece desmoronarse y las elecciones de noviembre van camino de convertirse en la ratificación del rechazo que el pueblo expresó con ocasión del referendo que reformaba la Constitución. En ellas se renovarán las bases del poder político en el país, cambiando el panorama actual, de una democracia más cercana a una dictadura que a cualquier otra forma de gobierno, así se autocalifique de “socialista”. En momentos en que la crisis mundial afecta de manera importante al petróleo, fuente del 80% de sus ingresos, Venezuela debe buscar opciones distintas para un futuro nada agradable. Y todo parece indicar que varios realinderamientos y acomodaciones de fuerzas se producirán si la oposición logra arrebatarle bastiones importantes al chavismo y obtiene mayorías en más de cinco estados. En un país monolíticamente manejado durante diez años, donde lo que se hace siempre obedece a voluntades presidenciales, los vientos de cambio que se aproximan constituyen una esperanza para los propósitos de construir una nueva Venezuela, alejada de la corrupción del pasado y también separada de la dictadura del presente. Para Venezuela el cambio será bueno.

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