Por: Alberto Baumeister Toledo - bautole@gmail.com - Seriamente analizando las circunstancias que rodean toda la historia política del chavismo o de esta mal bautizada por quien la dirige como Quinta República, no logra entender uno cómo pretende su único y máximo dirigente y quienes han venido detentando el gobierno en estos últimos diez años la reelección real, que no sólo la institucional y su consagración constitucional. Un examen absolutamente imparcial de lo que ha venido ocurriendo a nivel macro en todo el país es suficiente para darse cuenta de que jamás, entiéndase clara y categóricamente, jamás ni nunca, habíamos tenido un país tan sacudido por la inseguridad, la discordia ciudadana, el disparate político, la corrupción, los absurdos económicos, la agresión a países amigos, ni la desesperación social. Comencemos por destacar sin pasión alguna lo que ha sido el irrespeto institucional por los valores de la patria. Quien como Presidente se ha expresado de la Constitución Nacional, instrumento fundamental que rige los destinos del país, refiriéndose a "La Bicha" no puede tener conciencia de las obligaciones que estaba asumiendo, ni de la vinculación de sus conductas como gobernante a tal normativa. El sólo irrespeto que implica dicha denominación, definitivamente ponen en entredicho el buen manejo de sus preceptos y el acatamiento a sus principios, y así lo tiene demostrado la conducta asumida por Ud. como responsable de la conducción del país. Quien así piensa, no puede merecer se le conceda un voto para su reelección. El que de manera tan ramplona y tormentosa, como suele hacerlo Ud. para referirse a las penurias de nuestro pueblo, tal como se lo hemos escuchado en sus deplorables programas radiales e insta como remedios a provocar invasiones y al desconocimiento del derecho de los demás, pero en cambio derrocha y reconoce hacerlo a plena voluntad los recursos del país, malversándolos con su entrega a otros países , por poderosas que sean las razones esgrimidas para ello, no es mas que un insensato y no puede no solo ser reelegido, sino que en otro país mas serio, ya hubiera debido dimitir por las buenas o por las malas. Quien así pretenda siquiera mencionar la palabra reelección es un orate o está en curso de interdicción grave. Jamás podrá acceder o mantenerse en el poder. Siquiera pretenderlo de nuevo es tamaña insensatez. No sabíamos los venezolanos lo que era este maravilloso país, hasta la llegada de este nefasto gobierno. En la Venezuela de otrora, la seguridad por sobre todas las cosas era un valor normal y ordinario, con todo y sus excepciones. Las autoridades mal que bien, en la medida de sus pocos recursos destinados al resguardo ciudadano, respondían de sus funciones y dejaban clara constancia de sus duros procederes contra quienes contraviniesen tales normas del buen vivir. El hampa sabía y le constaba la existencia de la autoridad. Salga hoy Ud. a pleno sol, en día de trabajo, y para empezar contará con un tráfico despavorido e iracundo, sin visos de solución ni ahora ni en muchos años, que por supuesto es producto de la más absoluta falta de previsión de un gobierno con diez años en el poder, con o sin abundancia petrolera. Y aún así, no vaya con lo vidrios del auto abiertos, siquiera para tomar aire fresco, eso era antes, hoy, sin duda que a los pocos minutos, tendrá a un malandro motorizado arrancándole de la muñeca el reloj, los anteojos y hasta el celular, y ello aun frente a la policía de tránsito o a sus múltiples pares motorizados, que andan obstinados con el halagöeño tráfico y ni se ocupan de tales minucias. Lo que llamamos autoridades de orden público tan pomposamente, son sujetos vestidos de azul oscuro con cascos y chalecos que se ven por la calle pasar, pero sin tomar acción alguna contra el hampa, o que forman calladamente parte de ella para poder sobrevivir o se los ha inducido a tomar partido por uno u otro alcalde o candidato, como si las policías no fueran tales por todos y para todos. Líbrenos el destino de quien pretenda alocadamente nos dirige siga con el poder en sus manos y dejar que continúen tales desafueros. La verdad, señor Chávez, que lo tengo y lo tenía por un avezado arbitrario e incipiente politicastro, pero nunca imaginé que su desfachatez llegara a tanto como para invocar y proponer su reelección sin límites. El próximo quince de febrero será para siempre recordado como el famoso día del NO pero en añadido, también lo invocaremos como día de la liberación de nuestro país de las mal impuestas botas de un bizarro militarote, aprendiz de mandamás, y como el del gobernante que más daño produjo a nuestro país. Venezolanos, seamos conscientes de nuestro futuro.
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