Por: Raul Fattorello - raulfattorello@yahoo.com - Es la frase que muchas personas decentes utilizan como explicación a la sistemática elusión de sus deberes políticos como ciudadano aduciendo que, como ningún político o partido les va a dar de comer ni posee credibilidad alguna, ellos simplemente no votan ni toman posiciones, una forma de fuga utilizada por muchos venezolanos para “sacarle el cuerpo” a una palabra que en Venezuela es, tristemente, sinonimo de panico: responsabilidad. Hace poco toque el tema con uno grupo de gente trabajadora y mas de uno admitio, hasta con cierto orgullo, no haber votado nunca. Asi que en la siguiente media hora intente explicarles que mirando para otro lado solo lograremos que la situación empeore mas y mas, que los malos solo triunfan si los buenos les facilitan el camino con su apatía y no intervención, que nacemos con el deber de construir un mejor ambiente para nosotros y nuestros hijos y si no cumplimos con nuestro deber no tendremos moral para luego quejarnos, hice mucho enfasis en que no es verdad que nada podemos hacer sino que, por el contrario, ejercer el voto y defenderlo es solo una de las herramientas a nuestro alcance. Seguramente es deber del estado crear las condiciones propicias para que toda persona hábil pueda, mediante su trabajo, procurarse un sustento decente y, ciertamente, existen muchos otros deberes paralelos e insoslayables que forzosamente el estado debe asumir entre otros muchos: crear soluciones permanentes para varias áreas débiles como la educación y formación ( no son sinonimos) de la infancia y la juventud, la salud, la vivienda, la vejez, la asistencia a los desposeídos e inválidos diseñar un plan inteligente, practico, funcional y a larguísimo plazo que acabe , o casi, con la pobreza material crónica en no mas de dos generaciones ( es mucho mas fácil de lo que parece) amen de hacer funcionar todas las instituciones comenzando por la justicia pero esto no va a suceder a menos que nosotros no nos hagamos oír. A menos que desde aquí, desde la planta baja, nazca un clamor en reclamo por esas reformas que ya llevan casi doscientos años de retardo. Nunca sabre si convenci a alguna de esas personas pero una cosa es cierta; hay muchos como ellos, les llaman ni-ni y es algo muy viejo con raiz profunda y que no es otra cosa que el triste fruto de casi doscientos años de presidencialismo a la suramericana dos siglos de exclusión y demagogia populista institucionalizada que solo ha ido aumentando en intensidad y disminuyendo en calidad (Si fuese posible). Dos siglos de sufrir “lideres” y descarada demagogia que seguramente no desapareceran si dejamos de votar, tampoco si volteamos “pa’l otro lao”, y mucho menos si nos escondemos detrás de frases como “si no trabajo no como”. Si somos adultos responsables, si creemos que tenemos un deber frente a nuestros hijos, nuestra familia y nuestra nación, si medianamente nos respetamos a nosotros mismos, si no queremos pasar pena al mirarnos al espejo debemos ir a votar y, además, debemos cuidar el voto. No es tiempo de quedarse inmóvil, no fue a eso que vinimos al mundo y no es asi como se funciona en sociedad. El hombre es un ser dinámico que piensa, decide y actua! Concluyo parafraseando a Juan Pablo II en su primera homilia como papa: ¡No tengais miedo! ( poco después cayo la cortina de hierro).
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