martes, 3 de febrero de 2009

El problema del Islam


Por: Ernesto García Mac Gregor - garciamacgregor@gmail.com - En atención a varios amables lectores que sensibilizados por el conflicto de Gaza me han escrito molestos por mis artículos sobre el tema; quisiera, con las limitaciones de espacio, aclararles que me refería a que los islámicos han estado en guerra entre sí desde tiempos inmemoriales mucho antes que existieran el sionismo o el Estado de Israel. En plena vida de Mahoma comenzó la división entre sus seguidores. A su muerte, lo sucedió su suegro quien murió al poco tiempo y fue sustituido por dos calificas sucesivos, ambos asesinados. Tomó el poder Alí, primo de Mahoma, pero el gobernador de la hoy Siria no lo aceptó. Alí huye con su secta a Irak donde es asesinado y estalla una guerra civil de dos décadas. Allí comienza la división de la mayoría sunita y la minoría y despreciada chiíta cuyos once imanes morirán violentamente en los próximos 300 años. Los problemas actuales de Irak e Irán con sus vecinos por ejemplo y muchos otros, son consecuencia de esta división. Luego vendría la expansión árabe que duró 800 años y posteriormente la turca (musulmana) de tres siglos de duración que se apoderó del imperio árabe y parte de Europa. En este último continente se establecieron millones de musulmanes (no árabes) que al no mezclarse con la población local han sido fuente de muchos conflictos actuales y pasados. El problema actual son los fundamentalistas islámicos que consideran que la prosperidad del mundo occidental es una amenaza para su fe por lo cual ésta debe ser exterminada. De allí tanto loco, como el asesino amigo de Chávez, Khadafi, quien financió el terrorismo a los separatistas vascos, al IRA, a los terroristas alemanes y japoneses que no tienen nada que ver con el sionismo. O el otro íntimo de Chávez, Hussein, dictador sunita en un país chiíta que masacró a su pueblo. O el retrógrado Komeni que retrocedió su patria a tiempos prehistóricos. Y ni hablar del África islámica donde aún aplican la amputación de manos, lapidación de adúlteras, flagelación, crucifixión y cercenamiento de clítoris a las niñas para evitar el “placer pecaminoso” cuando sean adultas, sensación únicamente reservada a los hombres. Como dice Emeterio Gómez, escogieron como forma de gobierno, el despotismo en vez de la democracia; como forma de pensar, la mística y no la lógica; como organización social, el comunitarismo mesiánico que los ha mantenido por milenios bajo la forma tribal, y como ética, el fundamentalismo más primitivo que no es otra cosa que la genuflexión irracional ante un dios inmisericordioso. Que oiga quien tiene oídos.

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