lunes, 20 de octubre de 2008

La mandrágora


Por: Eugenio Montoro - montoroe@yahoo.es - La mandrágora es una planta bastante rara. La leyenda bruja la sitúa creciendo debajo de los patíbulos alimentándose del orín y la sangre de los cadáveres. Tiene unas raíces que parecen una persona con brazos y piernas y se le atribuyeron propiedades afrodisíacas. Uno de sus nombres comunes es la manzana del diablo. Quizás por todo eso Nicolás Maquiavelo bautizó con el nombre de La Mandrágora a una de sus pocas obras teatrales. En ella repite sus ideas de que para obtener algo hay que usar la mentira, el dinero y la corrupción. La comedia trata de cómo el enamorado de una bella dama, que está casada con un ricachón, se las ingenia para quedarse con ella utilizando cualquier clase de artimañas. Cuando tenemos la paciencia de sentarnos a ver esta obra de teatro en que se ha convertido Venezuela, no hay duda de que se están utilizando las enseñanzas del inmortal autor de El Príncipe. Copiemos algunas de sus frases. "La política es el arte del gobernante que está por principio exento de toda norma moral. Lo importante es, que tenga las condiciones como para asegurar la conquista y la posesión del poder". Nada más parecido al Teniente Coronel. Fuera la moral. Lo importante es el poder. Mentir, mentir y mentir, lo que haga falta. Prometer, prometer y prometer lo que fuere necesario. Que carajo importa cumplir. Lo importante es el mando, tener bastantes armas y mantener ilusionada o asustada a la gente. Otro de Maquiavelo: "El Estado constituye un fin último, un fin en sí, no solo independiente sino también opuesto al orden moral y a los valores éticos, y situado de hecho, por encima de ellos, como instancia absoluta". Así se entiende a Chávez en sus actuaciones. Compras privilegiadas, maletinazos con muchos dólares, apoyo a las FARC y al narcotráfico, silencio absoluto sobre la delincuencia. Arreglos oscuros entre los poderes. Disimulación. Trampa. La moral es una idiotez, todo se puede hacer. El fin lo justifica. Por último:" El bien del Estado no se subordina al bien del individuo o de la persona humana en ningún caso, y su fin se sitúa absolutamente por encima de todos los fines particulares por más sublimes que se consideren". Esto lo repite Chávez con frecuencia. El interés comunal está sobre el individual. El Estado está sobre los individuos y en consecuencia sobre la Nación. Ahora se entiende porque si pierde un referéndum se pasa los resultados por las glándulas productoras de testosterona y hace lo que le da la gana a punta de decretos. Para ser sinceros (aunque el dice que si), dudamos que Chávez haya leído El Príncipe y mucho menos La Mandrágora, pues su primitivo uso del lenguaje solo lo muestra como un atolondrado piratón de corta cultura que memorizó algunas frases y cuentos de Mao, Fidel, Miranda, Bolívar y el Che. Su desarrollo como líder son tan solo las instrucciones de otros que si leyeron El Príncipe y su único aporte real es su audacia para decir a grandes voces cualquier disparate o grosería que haga reír o provocar aplausos a un público que ahora le disminuye con rapidez. Chávez está desesperado por lo que le viene. Como fiera asustada es capaz de hacer cualquier invento para evitar una derrota electoral. Si Chávez y sus amigotes crean una situación para suspender las elecciones de Noviembre esa será la hora de la gran protesta nacional y tendrán que hacer las maletas. La Mandrágora tramposa y mentirosa de Chávez quedó al descubierto. Los gallineros verticales, los huertos organopónicos, la ruta de la empanada y otros centenares de tonterías lanzadas en el ánimo de marear a Venezuela lo muestran como lo que es: un triste fraude que tiene los días contados.

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