miércoles, 8 de octubre de 2008

Adios a la Ilustración


Por: Humberto Seijas Pittaluga - Mis lectores deberán perdonar mi insistencia en el tema del desmejoramiento que habrá en el ciclo educativo de los futuros oficiales de las FAN, pero es algo que me toca personalmente. Durante más de una veintena de años estuve relacionado con el apostolado de la enseñanza; fui oficial de planta en tres oportunidades y llegué a ser Comandante del Cuerpo de Cadetes. Por eso, el ver que calculadamente se ha decidido rebajar la educación de los cadetes hasta dejarla en un mero entrenamiento le pega a uno muy duro en el pecho. Y algo hay que decir. Tuve el honor de dictar varias materias en los institutos militares, de formación y de postgrado, pero la asignatura que más me llenaba era Etica Militar. Fueron catorce años como profesor y jefe de cátedra. Comenzaba con los griegos del Siglo de Oro, con especial dedicación a Aristóteles, y se suponía que debía llegar hasta los filósofos del siglo XX pero la cantidad de interacciones que se originaban en clase siempre impedían que llegase a Nietzsche. Mis alumnos estudiaban desde Sócrates hasta Kant, pasando por Platón, los estoicos, Santo Tomás, Spinoza, Rousseau y Hegel. La enseñanza implicaba proposiciones y ejemplos para la vida ciudadana y la vida militar porque, para no quedarme en la pura teoría, les mezclaba hechos de la historia militar con vivencias profesionales. Sabían, por ejemplo, que en tiempo de paz, Sócrates era el maestro y Jenofonte el alumno pero que, cuando había que defender Atenas, Jenofonte era general y Sócrates sólo soldado raso. Pero uno valiente que arriesgó su vida en batallas como Poatidea, Amphipolis y Delium. Que en esta última salvó a su jefe, Alcibíades, otro alumno suyo. Y quien lo explicó por escrito, como para que no quedaran dudas, fue el mismo Alcibíades. Me esforzaba para que mis cadetes supieran que se puede ser, al mismo tiempo, hombre valiente, caballero culto y oficial eficiente. Les hacía leer a Shakespeare, tanto los versos de la arenga de Henry V antes de Agincourt como los de los desesperados berridos de Ricardo III en Bosworth. Sabían que Saint-Exupery, el de "El Principito" era piloto militar con experiencia de guerra; estaban claros en que Churchill fue una pieza esencial en la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial pero que también había ganado el Nobel de Literatura por sus escritos. Les explicaba que D'Annunzio (aunque uno tenía que estar en desacuerdo con sus ideas políticas) había sido un eximio poeta y un héroe militar; que un poeta alemán, Rilke, escribió aquello de: "íMadre, no llores por mí, yo llevo la bandera!" Lo que yo buscaba, siguiendo el objetivo trazado por la escuela, era que una amplia ilustración los hiciera más aptos en el mando, para que actuaran con más sentido de justicia, buscando siempre el progreso de la nación. Ya no más. Ahora los instructores (no puedo llamarlos "profesores") les meterán de caletre frases e ideas del Che y de Fidel; los hechos militares se reducirán a las correrías de Maisanta, y los héroes a seguir serán Tirofijo y Sangrenegra. No se imaginan mi frustración cuando, hace años -yo que estaba tan orondo por haber dictado esa materia- leí que el Hegemón Sabanetense había informado que él había sido profesor de Etica Militar en la Academia. íQué raya! De ahí en adelante, empecé a dorar la píldora y explicar que mi asignatura era Filosofía Moral. Que aunque en realidad era lo que impartía (pero aderezada con ejemplos militares), oficialmente tenía el otro nombre. ¿Cómo puede alguien que desde antes de ingresar ya tenía la mente envenenada -y que después de graduado se dedicó sólo a complotar para colmar sus ansias de poder- puede decir que en sus clases explicaba a sus alumnos lo que es correcto desde el punto de vista de la moral? Será que nunca leyó aquello de Aristóteles de que para enseñar es esencial ser persona veraz, honrada y sincera. Nombres como Tucídides, T. E. Lawrence, Lidell-Hart, Federico el Grande, Montaigne, y Stendhal no se mencionarán más. Obras como "La guerra y la paz", "La roja insignia del Valor", "La Ilíada", "Adiós a las armas" ya no serán comentadas. Ahora esos nombres estarán reemplazados por los de Gadhafi y su "Libro verde", Marighella y su "Manual de guerrilla urbana", y los panfletos editados en Cuba (que estamos pagando como si fueran incunables) para la socialización a juro. ¿Se habrán preguntado los venezolanos por qué ya los militares no se visten sino de campaña (inclusive los marinos, siendo que una botas son lo más inadecuado para estar a bordo)? Pues porque lo que se quiere instilar en la mente de los militares es lo más primitivo de la profesión, no lo que la enaltece. Lo que necesita Hitlercito son robots de subyugar al pueblo, no los ciudadanos en armas de los que hablaba Carnot.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su Comentario