Por: Enrique Pereira - Cuentero. Improvisado. Mentiroso a sabiendas. Vendedor de esperanzas falsas. Suelo medir a la las personas por el cumplimiento de su palabra. Eso incluye actos de poca monta y eventos de mucha trascendencia. La palabra es la palabra, sin importar el monto empeñado. En los primeros días de enero, nuestro presidente anunció al país un cambio en la paridad cambiaria del bolívar contra la moneda verde que usa el imperio para mover su economía. Por diversas formulas lingüísticas, nos indicó que en realidad, lo que estaba haciendo era una revaluación del bolívar, para disminuir la paridad que sostenía nuestra moneda en el mercado de la permuta, que algunos especuladores habían elevado hasta casi siete bolívares. Afirmó sin dejar lugar a dudas que con las medidas que estaba anunciando, la paridad de permuta regresaría a cuatro treinta, por lo tanto, a pesar de lo que afirmaban los escualidos, en realidad estaba haciendo una revaluación, que favorecería a toda la población, al país y a la reactivación de la economía. Han pasado dos meses y casi siete sigue allí, subiendo de a poquito. La revaluación no llegó nunca. Ahora habla del niño y la electricidad y no tocó más nunca ese tema. Como siempre, no cumplió su palabra. Desde la fecha que anunció esas medidas, han estado sosteniendo un método para vender divisas que sólo ellos entienden. Si la idea es conducir al mercado hacia la baja, por la vía de vender divisas a bajo precio, entonces están poniendo la torta. Si están haciendo eso para favorecer a algunos compradores, van por buen camino. Lo llaman subasta, pero no subastan nada. Es una adjudicación sin reglas previas, que sólo se conocen después que los potenciales compradores colocan sus órdenes de compra. En una adjudicación les entregan a personas jurídicas si colocan órdenes hasta determinado monto y en la siguiente cambian la regla. Para poder ofrecer hay que tener el dinero en bolívares sentado en la cuenta, para el momento en que se ofrece. Al final un grupo de personas y compañías reciben cincuenta millones de dólares, a un precio cercano a cuatro treinta que revenden en el mercado a casi siete o se lleva a una cuenta en el exterior. Qué maravilla. Para incidir en el precio de la divisa, este gobierno necesita generar confianza en los venezolanos, en los industriales, en los comerciantes y en todo ser que tiene unos bolívares en la mano, una tierra, una industria, un comercio o un inmueble y tiene la sensación de que este gobierno le va a jurungar el bolsillo para expropiárselos. Para disminuir el valor de la divisa hay que crear un método transparente y abierto para subastar los dólares que recibe el estado de manera que sean accesibles a quien los requiere. Las cosas que prometen los presidentes, son de mucha trascendencia. Un pueblo allí afuera está midiendo cuánto vale su palabra. No se cambió el nombre por no haber retirado a los niños de la calle.
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