Por: Pablo Aure - pabloaure@gmail.com - Twitter: @pabloaure - Con la arrogancia de Salas no es posible la unidad - Ya se empiezan a ver los resultados de la gracia del “gallo”. Ayer fue saboteada la reunión de la mesa de la unidad por bandas de supuestos policías de civil, que abruptamente penetraron con la supuesta petición de ser oídos. Para Salas, una aparente victoria es truncarle las aspiraciones al empresario Miguel Cocchiola de convertirse en candidato a diputado por el circuito tres y para lograrlo da lo que sea, hasta “ceder el circuito” (como si le perteneciera), proponiendo como suplente a un joven valiente y meritorio, pero quien, a decir verdad, no goza de mayor apoyo dentro del sector estudiantil. No es fácil lograr la unidad. Todos tienen sus intereses, desde luego, los que, dicho sea de paso, no son los mismos del común de la gente. Ayer, la Mesa de la Unidad, aquí en Carabobo, fue acabada a fuerza de puñetazos, precisamente porque la agrupación liderada por el candidato a suplente del circuito tres propuesto por el jefe de Proyecto Venezuela pidió derecho a estar presente. ¡Vaya candidatico! Definitivamente, todos conocemos la arrogancia de Salas y lo difícil que es sentarse con él a buscar un acuerdo: es casi como imaginarse un acuerdo con el mismísimo Chávez. Hablan de unidad por un lado, pero, al mismo tiempo, fomentan la desunión. Dicen que los que no están con él le están haciendo el juego al chavismo, cuando, por todos es muy bien conocido, quién es el que de verdad le ha hecho el juego al chavismo. Lo repiten una y otra vez, en una suerte de práctica goebbeliana para intentar convertir esa mentira en realidad. En Carabobo todos saben quién es quién. En estos años está súper ubicado quién es el que se ha dado a la tarea de dividir para que otros liderazgos no emerjan. Eso es archiconocido. Pero, a pesar de ello, todos, a excepción del eterno divisor, quieren conformar la unidad, claro está: de manera responsable, seria y equitativa. Es decir, totalmente de forma distinta a como el Dr. Salas quiere lograrla: llevándose por delante a todos los que no acepten a rajatablas sus imposiciones. La universidad es pluralidad - Que nadie confunda los roles: la universidad no es un partido político y tampoco propone candidatos, aunque quienes estemos en ellas tengamos nuestras inclinaciones hacia tal o cual nombre. La universidad implica universalidad, es decir, un espacio donde convergen y se toleran personas de las distintas corrientes del pensamiento. Claro que, en lo particular, no puedo ver con malos ojos que a la Asamblea Nacional vayan personas que provengan de nuestra Alma Máter, que estén capacitadas suficientemente, sólidamente preparadas y con guáramos. Por ejemplo, nuestro ex rector magnífico, profesor Ricardo Maldonado, es, sin dudas, un excelente aspirante. Pero, de allí a que sea la universidad la que le resuelva un problema a un hombre que se cree estar más allá del bien y el mal, hay mucha distancia. Le debo pedir como universitario, al creador de esa maquiavélica idea, que no vea a la universidad como su tabla de salvación. La Universidad de Carabobo tiene más de 100 años de existencia y jamás se le ha entregado a ningún tirano. Ni nacional, ni mucho menos regional. Cuidadito señor Salas: no se equivoque porque sabremos responderle, no como docentes ni autoridad, sino como pueblo. Los universitarios, cuando hablamos de asuntos políticos extramuros, lo hacemos como ciudadanos y no como autoridades. Ahora bien, entendiendo la grave crisis que hoy perturba la paz del país, y estando claros que en Venezuela no existe un gobierno democrático sino uno de corte dictatorial, no nos está permitido mantener el silencio y apartarnos para no involucrarnos en los asuntos políticos; porque, antes que profesores o autoridades, somos ciudadanos que tenemos que luchar por nuestro país, ya que si no tenemos país mucho menos tendríamos universidad. Estudiantes irreverentes - ¿Será que junto a las definiciones candidaturales del sector democrático los problemas del país se han acabado? ¿Será que no hay tiempo de protestar sino sólo de llegar a acuerdos para confeccionar los circuitos y la lista de candidatos a diputados? ¿Dónde están las manos blancas que ya no las veo en las calles de Venezuela? Quiero decirles a los estudiantes, irreverentes de siempre, “que no se asustan de animal ni policías”, como dice la canción de Violeta Parra, que no permitan que la política mal entendida los contamine y les ensucie sus corazones e ideales. No transijan por cargos burocráticos. Ustedes valen mucho más que cualquier cosa. Son la esperanza y el futuro de Venezuela. Desgraciado aquel joven que cae en las garras de los dinosaurios políticos, pues derrumban monumentos de ilusiones. El pueblo cree en el movimiento estudiantil venezolano, y siempre ha creído: en el 28, contra la tiranía de Juan Vicente Gómez; en el 58, contra Marcos Pérez Jiménez, y ahora, cuando Venezuela está atravesando por una de sus peores épocas, también el pueblo cree en ustedes. Sepan distinguir los propósitos de sus luchas. Ustedes no se deben a una línea gubernamental. Ustedes deben y tienen que ser inconformes, porque los gobiernos nunca son perfectos. Busquen la perfección, la excelencia, la justicia. Ubiquen sus mentes al lado de sus corazones y no se dejen cautivar por edificios artificiosamente creados para enamorarlos.
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