miércoles, 3 de marzo de 2010

Todos somos bardos

Un bardo, en la historia antigua de Europa, era la persona encargada de trasmitir las historias, las leyendas y poemas de forma oral además de cantar la historia de sus pueblos en largos poemas recitativos.
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Por: José Álvarez Cornett - Palabras de Albert Einstein: ”La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos". La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos”. Inicio este ensayo con unas palabras de Albert Einstein porque ellas evocan en mí un sentimiento de optimismo por el futuro de Venezuela, ya que si la crisis nos trae progresos, la creatividad nace de la angustia y de la crisis nace la inventiva, entonces los venezolanos estamos en parte resueltos. Porque nuestra crisis actual es honda, la angustia es profunda y reverbera en toda esquina de cada pueblo, de cada barrio, de cada apartamento y casa de nuestro país, y la creatividad del venezolano, según nos dice, José Balza, en Pensar a Venezuela, viene circulando entre nosotros, “como una gran corriente dianoética que atraviesa la región desde sus orígenes: en su capacidad para practicar la ciencia, el arte, la sabiduría, la inteligencia. En suma: en su creación intelectiva”. Crisis, angustia, talento y creatividad tenemos de sobra, sólo nos hace falta que el ciudadano entienda el contexto, y que se decida a asumir su responsabilidad de cambiarlo usando para ello sus dotes de narrador y sus dones, talentos, e infinita creatividad. Contextos: Todos somos bardos - La manera como los ciudadanos se desempeñan en el mundo está poderosamente guiada por el contexto. El lenguaje es una invención humana y desde tiempos inmemoriales, por medio de los cuentos e historias que nos contamos, hemos creado un océano de contextos que han transformado al mundo. El contexto es el conjunto de creencias básicas, nuestros patrones mentales con los que interpretamos al mundo, nuestra visión del mundo. El contexto es lo que emerge, con el paso de la historia, de la interacción entre los mapas y los eventos. El contexto se expresa por medio del lenguaje. El mundo viene a mí como un hecho pero depende de mí decidir que hacer con eso y darle significado. Para ser más claro, permítanme que me auxilie con las definiciones que de mapas y eventos da, Manuel Barroso, en su libro, la ‘Autoestima del Venezolano’: “El mapa es la unidad de información codificada de toda la información que recibimos y a través de la cual podemos manejar cuanto nos sucede. Desde nuestros mapas se conforman nuestros valores, normas reglas básicas, actitudes y comportamientos. Los mapas permiten organizarnos delante del evento. Y mapas y eventos interviene directamente sobre nuestros procesos fundamentales permitiendo o impidiendo el desarrollo”. “El evento es una información capaz de alterar el funcionamiento del mundo interno de la información. Cada quien maneja los eventos desde su archivo de mapas adquiridos. Y a su vez, con cada evento, se organizan nuevos mapas que le permitirán mantener su organización interna. Por eso podríamos decir que detrás de cada mapa, hay un evento y detrás de cada evento hay un mapa. Ni el evento es antes que el mapa, ni el mapa antes que el evento. Ambos —mapa y evento— son procesos complementarios de la persona…El evento necesita el mapa para permitirle a la persona mantener su congruencia y el mapa necesita el evento para que la persona pueda seguir adelante y no quedarse donde siempre”. Cuando los contextos han perdido su vigencia, pero se siguen contando las mismas historias que los crearon (Ej. la frase ‘Venezuela es un país rico’ o esta otra frase, casi siempre dicha a gritos, y que es posible escuchar en muchas familias venezolanas, y que en nada conduce a las aptitudes para el diálogo y la democracia del futuro ciudadano: ‘En esta casa mando yo. Mientras vivas en esta casa, Ud. obedece.’), los contextos se transforman en barrotes que restringen o encierran a las sociedades. En su libro el ‘The Art of Possibility’(El Arte de la Posibilidad), Rosamund y Benjamin Zander nos dicen que “All life comes to us in narrative form, it’s a story we tell” [La vida viene a nosotros como una narración. Es una historia que nos contamos]. Es decir, todos contamos cuentos y ¡ todos somos bardos ! [Nota: Un bardo, en la historia antigua de Europa, era la persona encargada de trasmitir las historias, las leyendas y poemas de forma oral además de cantar la historia de sus pueblos en largos poemas recitativos.]
Pero lo más importante es que si las narrativas que nos contamos ya no nos sirven, podemos en conjunto crear nuevas y generar nuevos contextos porque: ¡Todos somos bardos! Nuestros contextos - La sociedad venezolana está cansada, abatida, llena de miedos, desunida y fracturada. Los venezolanos se sienten desesperanzados y, lo peor, no se sienten ciudadanos de su propio país, y las instituciones tampoco los reconocen a ellos como los ciudadanos que son. En realidad, en Venezuela, la ciudadanía es algo incipiente. Es tan incipiente que, por ejemplo, en asuntos más cercanos al hogar, como lo son las reuniones de padres y representantes de los colegios a donde asisten nuestros hijos, la participación de los ciudadanos es poca y ésta no se logra sino luego de ingentes esfuerzos para obtener el quórum mínimo requerido, y, cuando se logra el quórum, las conversaciones y diálogos se hacen con mucha dificultad. Igual ocurre en los condominio cuyas reuniones se hacen con una asistencia mínima de propietarios. Rafael Cartay, autor del libro, ‘Fábrica de Ciudadanos’, en una entrevista (http://bit.ly/7yCdLD ) en el 2005 decía: “No existe el ciudadano venezolano. El ciudadano venezolano esta en formación. Ningún ciudadano se forma de una sola vez, sino que se va formando progresivamente. El venezolano ha logrado avances extraordinarios en la modernización de la sociedad pero no es moderno en el sentido real. La modernidad como código humano tiene una serie de valores que no los tenemos los venezolanos de hoy en día”. La idea completa de modernidad, aquí sigo la exposición que de ella da Alain Touraine (ver Detrás de la Pobreza, 5ta edición, página 192-93), está conformada por dos aspectos. Una visión racionalista: la afirmación de que el hombre es lo que hace y que, por lo tanto, debe existir una correspondencia cada vez más estrecha entre la producción— cada vez más eficaz por la ciencia, la tecnología o la administración—, la organización de la sociedad mediante la ley y la vida personal, animada por el interés, pero también por la voluntad de librarse de todas las coacciones y una segunda visión más subjetiva: el surgimiento del sujeto humano como libertad y como creación. El modelo de sociedad rentista que hemos seguido permitió que modernizáramos a la sociedad pero generó una actitud pasiva frente a la sociedad y al tema de la producción que no es una actitud moderna. En Venezuela, hay poca comunidad y el sentido de pertenencia a la sociedad es cada vez más confuso y borroso. Nuestro tejido social está raído. Para citar un ejemplo reciente, el domingo 14 de febrero 2010, Alberto Barrera Tyszka, escribe en el encarte dominical, Siete Días, de El Nacional sobre como se siente él, lo cual, pienso yo, es descriptivo de cómo se sienten muchos: “De pronto tengo la sensación de que estoy en un país extranjero. No reconozco ni entiendo lo que ocurre. Siento un desconcierto que, lentamente, va dando paso a una extraña impotencia. Como si de repente hubiera caído en mitad de un país lejano, cuyas costumbres y formas de relación me resultan incomprensibles”. Y, más adelante en su escrito, dice: “Cuando veo y escucho cómo se comportan algunos compatriotas, suelo quedar demasiado perplejo. Me cruje la identidad. No nos reconozco”. La situación del país es muy compleja, las causas inmediatas de este estado de predisolución de la sociedad parecieran radicar en las acciones de quienes nos gobiernan, pero las fuentes primigenias para haber llegado a este estado están ubicadas en la Venezuela profunda. El individualismo del venezolano tiene su origen en las grandes matazones y atrocidades de las guerras de Independencia y Federal del siglo XIX. Es en gran parte un producto de los miedos, la soledad, la angustia de no tener a nadie a quien recurrir, de solo contar con uno mismo, para proteger a la familia de toda esa violencia. Como bien lo dice, Arturo Uslar Pietri, luego de la Guerra Federal: “Toda forma de organización estable y hasta el mismo sentimiento de pertenecer a una colectividad, a una clase o a un grupo desapareció para dejar el puesto a un individualismo salvaje y agresivo”. Este individualismo que perdura hasta nuestro días es un contexto que se transmite de generación a generación a través del lenguaje. La fractura que experimentamos hoy en el Siglo XXI es una continuidad de las rupturas del pasado de las que nos habla José Balza, en su ensayo, Pensar a Venezuela, y sobre las cuales he comentado en un ensayo reciente (http://bit.ly/d4VLM9). Recordemos lo que dice Balza: “¿Llegaremos, alcanzaremos a ser una Venezuela íntegra? Fuimos siempre tan jóvenes, tan apunto de adquirir carácter, rasgos decisivos, nitidez, que nos acecha el riesgo de continuar siendo una incesante acumulación de fragmentos, de parcialidades, sin integración. Y no nos estamos refiriendo a la cristalización de una identidad, de algo esencial, rígido y definitivo, a patrones fijos de conducta (aunque los haya), sino a un perfil humano-flexible, práctico- que estructure nuestro sentido del trabajo, de la responsabilidad y la legalidad; nos referimos a la organización de todo un pueblo para la realización de su bienestar”. Porque somos una acumulación suelta de fragmentos medio pegados y no existe un sentido de pertenencia, los ciudadanos, en su mayoría, se resisten a asumir su responsabilidad de construir la sociedad en donde viven por medio de la acción ciudadana y no sienten la necesidad de rendir cuentas a sus conciudadanos. Pero, sin embargo, como todos somos parte del sistema viviente llamado Venezuela, los ciudadanos, con su inacción, también construimos un futuro por omisión. Muchos se siguen preguntado porque este pueblo no reacciona. Aunque en realidad lo que quieren decir es ¿por qué al colectivo venezolano le cuesta tanto (leer con tres “a”) reaccionar ante eventos? Los que así inquieren no se dan cuenta de que los factores que lo impiden son aspectos de la Venezuela profunda. La única forma, que este autor ve, de sacar de verdad a este país hacia un futuro mejor, es intervenir el contexto, modificar estos aspectos de esa Venezuela profunda que vive en todos nosotros y que crean narrativas (que a su vez crean contextos) que no favorecen ni al desarrollo ni a la democracia. Vivimos como peces en el agua inmersos en un océano de contextos. Al igual que el agua que es suave y poderosa, el lenguaje también es suave, sutil y poderoso. Y este océano de contextos es un mar de palabras y significados. Doy un ejemplo para darnos cuenta de cómo un mapa individual y familiar puede afectar lo político. Manuel Barroso al explicar el mapa de la desinformación, en Autoestima del Venezolano, nos dice que: “El venezolano por lo general es un ser desinformado. Los padres asumen, equivocadamente, que porque sus hijos son pequeños y no entienden, no necesitan que se les diga que está pasando”. “Permanecemos pasivos ante el evento porque el mapa que nos dieron [de niños] es de no hacer nada, quedarnos tranquilos, obedecer, resignarnos, esperar a que el otro lo haga. En el fondo, quizás los padres, los jefes o los gobernantes temen que si los niños, los adolescentes, los empleados o los ciudadanos se enterasen, podrían entonces actuar independientemente, complicándose las cosas un poco más. Por lo tanto un mapa familiar, organizacional y social es el no informar [los énfasis son míos]. Y ante el evento cada quién espera ‘a ver que pasa’. Los gobiernos llamados democráticos, actúan con el mismo mapa de no informar o si lo hacen es a medias o reteniendo la información que llaman estratégica una manera de mantener el control y el poder. El acontecer económico, político y social no se informa o se informa a media , según el mapa: quien tiene la información tiene el poder”. “Este doble juego de dar y restringir, hace que cada quien actúe de una manera irresponsable, dejando que las cosas sucedan, no tomado en acción, procrastinado, dejando que el otro lo haga, siendo irrelevante. Desinformados y sin mapas, somos incompetentes para manejar nuestras vidas. Y ahí es donde el padre, el gobierno, el otro, toma el poder sobre nosotros. Y ahí es donde está el gran vacío de un pueblo que piensa, siente y vibra cuando esta informado y cuando no, permanece pasivo, como si la cosa no fuese con él. Muchos comportamientos provienen de la ausencia de información”. Es la conjunción del miedo actual que existe en la sociedad, con el individualismo del venezolano, y la fuerza del mapa de la desinformación, la que en mi opinión hace que la reacción de la sociedad sea muy lenta al punto de parecerle a muchos que la sociedad no reacciona. ¿Es posible alterar contextos? Sí es posible. Juanita Brown y David Isaac en su libro ‘The World Cafe: Shaping our future through conversations that matter’ [en traducción, World Café: El nuevo paradigma de comunicación organizacional y social] nos sugieren que podemos, alternativamente, pensar en el contexto como en los bancos o las riveras de un río que guían el curso de los significados colectivos. Pero hay un hecho notorio interesante: si se cambian o modifican las riveras, también se cambian los cursos de los ríos. ¿Cómo se modifican las riveras que guían el curso de los significados colectivos? Respuesta: Juntos, reunidos en grupos, haciéndonos, preguntas profundas. Dada la complejidad de nuestra sociedad, las soluciones estables en el tiempo no son fáciles de encontrar y cabe preguntarse si vale la pena buscarlas, ¿no sería mejor dejar que las soluciones emerjan de forma natural? Puede que lo que necesitemos no sean soluciones rápidas y pragmáticas sino iniciar al país en un proceso de cuestionar profundo. Ir en una búsqueda nacional intensa por las preguntas correctas, las preguntas profundas. Este preguntar en grupo generaría una unidad genuina, que aumentaría la densidad del tejido social, que fomentaría la creación de una gran comunidad y nos conduciría de forma natural hacia un futuro alternativo de la Venezuela posible. Si los venezolanos hemos sido “siempre tan jóvenes”, como afirma, José Balza, ¿no cabría para el país, el mismo consejo que Reiner María Rilke le dio al joven poeta?: "Por ser usted tan joven, estimado señor, y por hallarse tan lejos aún de todo comienzo, yo querría rogarle, como mejor sepa hacerlo, que tenga paciencia frente a todo cuanto en su corazón no esté todavía resuelto. Y procure encariñarse con las preguntas mismas, como si fuesen habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma muy extraño. No busque de momento las respuestas que necesita. No le pueden ser dadas, porque usted no sabría vivirlas aún -y se trata precisamente de vivirlo todo. Viva usted ahora sus preguntas. Tal vez, sin advertirlo siquiera, llegue así a internarse poco a poco en la respuesta anhelada y, en algún día lejano, se encuentre con que ya la está viviendo también”. Puede que esto de “ preguntas profundas “ les parezca algo extraño, pero hay un grupo de personas (entre ellas, Peter Block, Juanita Brown, Adam Kahane, Harrison Owen, Werner Erhard, y John McKnight) que trabajan en el área de la transformación de los sistemas humanos que piensan exactamente eso: que el mayor valor está en preguntar en grupo, en conversaciones ciudadanas, y en pensar cuidadosamente las preguntas. El marco intelectual que ellos han desarrollado se apoya en las dinámicas del poder ciudadano que surgen espontáneamente cuando los ciudadanos, de forma voluntaria, descubren su propio poder para actuar y se enfoca, no en las carestías de la gente, sino en su creatividad, dones y talentos. Presuponen: (1) que toda transformación es lingüística; que las transformaciones comienzan a ocurrir cuando cambiamos la naturaleza de las preguntas que se hacen porque en este preguntar y repreguntar se comienza a alterar el contexto; (2) que los ciudadanos, por sí mismos, son capaces de identificar y resolver los problemas de la comunidad; (3) que los sistemas humanos requieren de profundidad, a la cual solo se llega al hacer preguntas mejores y más profundas, y que, por tanto, debemos domesticar la urgencia de querer ser prácticos e implementar soluciones ya, a no ser que esta urgencia nos impida alcanzar la deseada profundidad; (4) La revelación o “insight” reside en que en el bregar por las preguntas está la solución. Que en diálogos meditativos, genuinos y con reflexión sobre las preguntas trae consigo la resolución. La resolución, sin embargo, no es una respuesta sino la experiencia de percibir que nuestras acciones comienzan a moverse en una dirección más armónica y productiva. Por esto, las conversaciones deben ser consideradas no como pérdida de tiempo sino como “acciones” [Ver, por ejemplo, Peter Block, ’The answer to how is yes’, Peter Block, ‘Community: The Structure of Belonging’, Juanita Brown y David Isaac ‘The World Café: Shaping our future through conversations that matter’] Adam Kahane, en su libro: “Solving tough problems: An open way of talking, listening, and creating new realities" [‘Como Resolver Problemas Complejos’ es el título de la traducción al español] escribe lo siguiente: “A problem that is generatively complex cannot be solved with prepackage solution from the past. A solution has to be worked out as the situation unfolds, through a creative, emergent, generative process.” [Un problema que es engendrado de forma compleja no se puede resolver con las soluciones pre-empaquetadas del pasado. Una solución debe ser trabajada a medida que la situación se desarrolla por medio de procesos creativos, emergentes y generativos]. Modificando los viejos contextos por nuevas narrativas que a su vez generen nuevos contextos (lo cual se logra mediante el diálogo cuando los ciudadanos, usando las tecnologías sociales de transformaciones colectivas, conversan con otros ciudadanos sobre las preguntas — abiertas y profundas — que consideran importantes), solo entonces podemos tener esperanzas de alterar el curso de la sociedad hacia un futuro alternativo que no es impuesto u ordenado desde arriba. Luis Enrique Alcalá en comentarios a mí ensayo, ’Sin visión de país estamos arando en el mar’ (http://bit.ly/d4VLM9) ha dicho que los proyectos de visión país son cosas de regímenes dictatoriales. Es cierto muchas dictaduras han querido imponer las visiones del autócrata de turno como la visión de país. Acá no se trata de imponer nada. El llamado es a que todos seamos también arquitectos sociales para crear espacios donde los ciudadanos puedan hacer las preguntas que realmente importan, y juntarnos para iniciar nuevas conversaciones para aprender en colectivo, narrar nuevos cuentos y crear nuestro propio futuro. Al hacerlo, nuevas estructuras de pertenencia comenzarían a erigirse, se aumentaría el capital social del país, una mayor sentido de comunidad comenzaría a apropiarse de la sociedad y se avanzaría hacia la reunificación del país. Como un resultado emergente de todos estos procesos de diálogos y conversaciones surgirá la visión de un futuro de la Venezuela posible. En palabras de Arturo Uslar Pietri: “El país mejor que podemos hacer con los recursos humanos y materiales de que disponemos. No un país de utopía. No un país de imitación y copia. El país que nos revele el estudio paciente, la capacidad creadora de la inteligencia venezolana, aplicada a la realidad del país y a la situación del mundo y la relación de los somos con respecto a lo que hemos sido y a lo que podemos ser”. Peter Block en su libro,”The answer to how is yes” nos invita a ser una causa en vez de un efecto. Nos dice: “actuemos como si las instituciones fuesen nuestras para crearlas, el aprendizaje nuestro para definirlo, y el liderazgo nuestro para serlo. Esto significa liberarnos de las garras de nuestras ambiciones y decidir preocuparnos por algo lo suficientemente grande para dar un propósito más grande a nuestro trabajo y a nuestra experiencia [de vida]”. Asumamos pues nuestra responsabilidad como ciudadanos, dejemos de ser espectadores y seamos jugadores. A salir de las butacas al escenario, o al campo de juego. A preguntarnos ¿cuál es mi contribución al problema que me preocupa?¿Vivo una vida vital con significado ó vivo según me lo ordenan? ¿Cómo es una mejor Venezuela? Ciudadano, la pelota está en tus manos y el libreto también. El objetivo es balancear una vida que funcione con una vida relevante. Los ciudadanos dialogando y conversando podemos generar nuevas narrativas y contarnos nuevos cuentos. ¡Entre todos podemos y todos somos bardos!
http://citizennewsagency.com/2010/03/03/todos-somos-bardos-problema-y-solucion/

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