lunes, 1 de marzo de 2010

Acostumbrarse a la pobreza


Por: Narciso Guaramato Parra - nguaramato@gmail.com - Hace muchos años leí un libro titulado: “El origen de la pobreza de las naciones” donde su autor, el prestigioso profesor de Harvard John Kenneth Galbrait afirmaba que la pobreza de las naciones no es producto de una ausencia de recursos, falta de riqueza o las relaciones comerciales con el resto del mundo. Sino que simplemente es por que la población se acostumbra a ser pobre. En todas las naciones no desarrolladas existen personas que por el esfuerzo individual han logrado salir de la pobreza, pero son la excepción no la regla ¿Por qué? Simplemente porque la sociedad a la que pertenecen obstaculizan lo que pueden ser las aspiraciones y deseos de superación personal. Las élites, es decir, el conjunto de personas que dirigen, confrontan, diseñan y construyen las instituciones sociales en el país son los responsables de que los ciudadanos adquieran una serie de creencias y aptitudes que los hacen acostumbrarse a la pobreza. Mensajes en contra del éxito personal, la riqueza material y a favor de la resignación, de un supuesto lugar social al cual pertenecemos sin posibilidad alguna de superar acaban con las potencialidades del individuo. El socialismo en su expresión más radical, la implementada en el extinto bloque socialista es la prueba más tajante de cómo una sociedad sin aspiraciones materiales condena a su población a la pobreza. Como bien lo manifiesta uno de los libros publicados por el grupo de investigadores de la Universidad Católica Andrés Bello que se han dedicado a estudiar el problema de la pobreza: “Una sociedad que tiene las aspiraciones materiales como parte de los objetivos sociales, es un sociedad que debe tener ciertas características que le permitan a sus individuos alcanzar esas aspiraciones (…) cuando afirmamos que una sociedad que legitima el éxito material debe incorporar creencias que facilitan la consecución de ese objetivo, es porque son cierto tipo de creencias las que facilitan la satisfacción de las aspiraciones individuales y grupales. Estas creencias son las que normalmente calificamos como modernas…). Producto de la experiencia rentista y populista en la cual se ha basado nuestro desarrollo económico, gran parte nuestra élite no es moderna, lo que impide que nuestras instituciones sean un vehículo eficiente para la superación de la pobreza. La continuación y profundización del reparto de la renta petrolera, el mensaje de un Estado todo poderoso y protector y el desaliento a la iniciativa individual, refuerzan y afianzan el sentimiento de pobreza de la población. Por lo tanto se requiere que las élites socioeconómicas del país adquieran las creencias concordantes con la modernidad, a fin de que cambien las instituciones. Una sociedad moderna cambiará a los individuos, cuando ésta deje de ser pobre los individuos dejarán de pensar como pobres. Citando nuevamente al proyecto pobreza de la UCAB: “la modernidad debe construirse como un proyecto colectivo donde la élite debe realizar una inversión en cuanto a la gerencia del proceso, pero también debe lograr el entendimiento de los beneficios y de las necesidades sociales, debe entender y traducir el momento histórico de una sociedad. Pero en ningún momento la construcción del bien colectivo debe suponer una supresión de la individualidad, no existe un proyecto colectivo exitoso si el bienestar de las personas, de los individuos, ha sido anulado en función del colectivo”. No hay motivo por el cual una población deba de acostumbrarse a ser pobre, la experiencia mundial y los estudios realizados, como es el caso del proyecto pobreza de la UCAB”, nos ha enseñado cuales son las estructuras y dinámicas económicas, las políticas públicas y las instituciones sociales que reducen la pobreza, sólo falta la voluntad de nuestras élites para llevarlas a cabo.

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