Por: Alberto Rodríguez Barrera - Hindués, chinos, griegos y otras culturas supieron de conocimientos cósmicos universales, tuvieron filosofía. En política, tampoco un solo sector puede declararse único, menos en la actual situación del mundo y en los resultados de las realidades internacionales. El aislamiento, en su cerrazón, no reconoce a los demás como iguales, con lo cual descarta enormes posibilidades para el desarrollo. Mientras sucedía el apogeo de la filosofía griega antigua, por ejemplo, Lao-Tze escribió el magnífico libro del Tao y de la virtud, sobre el origen de la ética y de la política, Buda anunció su redención del sufrimiento, y hubo otros tantos aportes. Son muchos los conceptos del conocimiento y de la verdad. En esta era de medios masivos y tecnología, pueblos y naciones se afirman en común en su pensamiento; los antiguos no pudieron hacer esto, eran más o menos insuficientes y rara vez se bastaban para manejar en común los conocimientos a fin de investigar las verdades mejor y más rápidamente. Hoy es distinto. El concepto de conocimiento nos dice, por una parte, que es un proceso especulativo, pero además es su resultado. Hay muchas cosas inalcanzables para el hombre; tenemos que conformarnos con los límites que tiene nuestro pensamiento, nuestro conocimiento. Es insensatez y temeridad no ver las propias limitaciones, como es el caso del chavismo. El conocimiento como proceso de pensamiento no es aceptable de manera ilimitada. Husserl lo explicó claramente en las cifras de trillones que son verdades decimales, es decir, un ser, pero que prácticamente son inconcebibles porque uno no se las puede imaginar; “Lo que es psicológicamente imposible puede muy bien ser idealmente hablando”. El conocimiento, como proceso especulativo, es una especie de apropiación; perfecta cuando está presente el resultado del pensamiento. Es indiscutible que la apropiación especulativa de circunstancias para los fines del descubrimiento de la verdad es: a) posible, b) imposible; abundancia de ejemplos al respecto dan los científicos naturales; además, tiene lugar más o menos con éxito, como es ejemplo la psicología profunda fundada por Freud, Adler y Jung. Pero es igualmente correcto que el individuo con frecuencia no logra obtener la apropiación material del conocimiento con exactitud, ya que no posee una consciencia integrada, “omnisciente”, que se apropie de todos los conocimientos posibles al hombre actual con sus relaciones de fundamento. El individuo tiene únicamente una consciencia restringida, desintegrada. Aunque los principios del conocimiento sean idénticos para todos los hombres –cosa que no todos suscribimos- el conocimiento material resultante es frecuentemente diferente. Nadie logra tener como verdades dos proposiciones contradictorias. ¿Qué es verdad? Seguramente una cierta coincidencia entre lo conocido que es apropiado y la realidad; una cosa objetiva, un hecho en el sentido más amplio (no sólo la apertura del ser; Heidegger). Y en esto tiene que haber verdades universalmente válidas, porque sin ellas ninguna vida es posible. Deben medirse con el objeto y deberían ser evidentes de ser posibles, deberían contener certeza luminosa. En el chavismo –donde pareciera no partirse de que la vida es digna de vivirse, aunque sólo existiera para alcanzar una buena muerte, como diría un sabio auténtico- se rigen por el conocimiento útil sólo para un determinado fin, práctico, de relativismo y utilitarismo, tomando valores de ciertas normas subjetivas, reglamentos, que se atribuyen a su medida. Y esto no puede ser verdadero porque cada hombre en particular es imperfecto y puede equivocarse. Pero nuestra mente no mide las cosas sino que es medida por ellas. No podemos cambiar en la verdad de que dos más dos son cuatro, etcétera; la total coincidencia de lo conocido con la verdad; reina una evidencia comprensible, la vivencia de la verdad. De las simples verdades objetivas surgen otras, que deben fundarse metódicamente, partiendo del ideal de verdad que la Verdad Una y Primera postula. Más hombres racionales son más valiosos que un solo hombre racional. Hay que preferir el pluralismo frente al singularismo. Utilizar toda la razón almacenada para penetrar más profundamente en la verdad. Tenemos que hacer grandes progresos en el camino del hallazgo y proyección de la verdad. Debemos –antes que escribir y hablar demasiado- escucharnos entre nosotros mismos. ¿Qué significan paz o guerra o democracia? Hay objetivos políticos (habitualmente dudosos) que carecen de seriedad científica, objetividad y una voluntad de trabajo de conjunto, nacional e internacionalmente. Hay que hacer a un lado el caos intelectual para descubrir valores universales de verdad, con gente libre. el conocimiento no es más grande ni más valioso que la vida que sigue adelante sin ningún conocimiento teórico. La vida tiene preferencia ante todas las funciones del conocimiento, se interesa ardientemente por las unidades válidas de la verdad, con las cuales puede hacer algo, como vivir. No tiene que ser un pragmatismo ni un utilitarismo. Es un hecho desnudo. Al chavismo hay que combatirlo por la esterilidad de sus resultados, porque se basan en un melancólico encierro que juzga al mundo a escondidas, desde la sombra, sin poder ver bien y confundiendo las sombras con las cosas, sintiéndose irrefutable y feliz con la imagen de satisfacción que rebota desintegrada del espejo. El chavismo, de arriba a abajo, convive en el soliloquio de una solitaria mediocridad.
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