jueves, 9 de octubre de 2008

El Pistolerito


Por: Pedro Lastra - El diminutivo no tiene que ver con su poder de fuego, que está a la cabeza del más gigantesco imperio mediático jamás construido y orquestado en Venezuela. Desde el cual, por órdenes directas de su capo y padrino, el Supremo, enloda, ensucia, escarnece, difama, ataca, persigue y pretende condenar a la muerte pública a todo aquel que se atraviese en el camino de nuestro Hitler sabanero. El diminutivo viene a cuenta por su catadura ética, su enanismo intelectual y su mínima moral. Es lógico: de la misma manera que el teniente coronel no calza los puntos de Hitler, el maestro de Fidel Castro – su padre putativo -, tampoco Izarrita calza los de Goebbels, la letrina mediática del sargento austriaco. También la maldad tiene su código de honor. Guardemos las distancias. Y así vuelve a repetirse la historia, esta vez en plan sainete. El carajito golpista, hijo de oficial golpista y hampón intelectual por sus cuatro costados genéticos, se yergue cuál liliputiense de opereta sumido en la indignación contra los Gulliver de la comunicación iberoamericana. Y hasta pretende enmedarle la página al Rey de españa, que antes de fotografiarse con algún demócrata venezolano debe pedirle permiso a Telesur. Él, que no dispara sino por órdenes de quien lo alimenta, le provee de vestuario y le permite sacar la cabeza por encima del fango al que pertenece – y sin cuyo patronato se moriría de hambre, pues ni escribir una cuartilla puede – se erige en el lanzallamas del capo di mafia. Otro ágrafo en este reino de la sumisión, la abyección y el lacayismo que inunda los espacios del gobierno de facto que ha asaltado el poder en Venezuela. Y acompañado de la mediocridad rampante de enanas y tinterillas asamblearias, dirigiendo el coro de gusanos oficialistas y termitas presupuestarias, porta maletineros y alcahuetes empresariales se hace a la tarea de acusar a dueños de medios y a periodistas de profesión. Pocaterra y Pío Gil se quedaron cortos. Rómulo Gallegos ni se imaginó que el congresito de Cipriano Castro podría convertirse en la feria circense del golpismo nacional que hoy desparrama sus obscenas babas jurisprudentes pretendiendo pringar el honor y la dignidad nacionales. Mujeres barbudas, enanos, monos parlantes, camellos y tragasables, domadores uniformados y leones de peluche. El propio circo del coronel Tapioca. ¿Dónde irán a parar estas miniaturas fascistas, estos nazis jibarizados, estos menudos del Dr. Castro cuando se les acabe la manguangua? ¿De qué vivirán Izarrita y los suyos si en nuestro país se instaura, como en 1945, un Jurado de Responsabilidad Civil y Administrativa? ¿O es que creen que el reino del horror y el latrocinio del que lucran durará un siglo? Que chillen mientras puedan. Que más temprano que tarde el país se sacudirá esta lacra y curándose llagas y heridas se hará a la noble tarea de restablecer la dignidad nacional. Que abren los ojos y vean, que abran sus orejas y escuchen: el país está harto de tanta iniquidad y porquería y ya crece el rumor que brota de nuestras entrañas. Cuando estalle el volcán no quedará títere con cabeza. La hora del circo habrá llegado a su fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su Comentario