lunes, 13 de octubre de 2008

¿Cuánto hay p'a Reuter?


Por: Pedro Lastra - Bien apalancado ha de estar el responsable de la agencia británica Reuter en Caracas como para que ninguno de los innumerables reclamos de los demócratas venezolanos haya surtido ningún efecto sobre sus jefes londinenses. ¿O es que también ellos están en la movida? De todas las agencias de noticias acreditadas en el país, Prensa Latina destila la baba castrista, de modo que puede uno imaginarse el grado de objetividad de sus informaciones. Pero poco importa: sus informaciones se las toma como de quien vienen. Pero de Reuter podría esperarse una mínima responsabilidad informativa. No es el caso. Reuter ha servido de caja de resonancia a las órdenes de Miraflores desde 1998. Desde entonces, ha sido el eslabón de comunicación del régimen con el exterior, un importante factor de manipulación mediática suficientemente respaldada por Ignacio Ramonet y le Monde Diplomatique. ¿Lo hace por razones ideológicas? Es un supuesto más que dudoso: nadie presta un servicio tan obviamente falaz sin haber sido previamente engrasado. Y conociendo de los maletinazos con que el gobierno compra anuencias presidenciales extranjeras, ¿qué le hace otra raya al tigre del Caribe, mojando los buenos servicios prestados por una agencia aparentemente tan seria como Reuter? Pruebas al canto: no ha habido proceso electoral en los que Reuter no haya difundido los resultados cocinados en la sala situacional miraflorina muchísimo antes de que se cerraran las mesas de votación. ¿Cómo y de dónde, si no por instrucciones de Hugo Chávez o de Izarrita, su Goebbels personal? A las 2 de la tarde estaba dando los resultados del triunfo electoral de Hugo Chavez el 6 de diciembre. Lo mismo hizo durante el RR. La estafa adquirió contornos de escándalo cuando el pasado 2 de diciembre sus plumarios caraqueños lanzaron al mundo antes de haber concluido el proceso plebiscitario la información de que el SÍ había ganado por 5 puntos porcentuales sobre el NO. Era no sólo una olla podrida: tergiversaba la verdad de manera tan flagrante, que el director de Reuter en Caracas debió haber sido despedido con vientos frescos. Sigue atornillado en el cargo. Ahora nos sale con el bodrio de que las finanzas públicas venezolanas están blindadas contra cualquier tipo de crisis y deja colar la imagen de una estabilidad en que no cree ni Maza Zavala. Sólo en deudas pendientes con las empresas compradas con el garrote de la petrochequera, desde Cemex hasta Sidor, incluyendo por supuesto al Banco de Venezuela, el gobierno tiene encima obligaciones por muchísimo más de cinco mil millones de dólares. Sus bonos no valen un centavo y en Fonden ni suspiros de reservas internacionales. El petróleo ya se cayó por debajo de la cifra mágica de los 80 dólares, precio al que el régimen lo está vendiendo hoy por hoy y que será el pago que recibirá en unos meses, cuando las acreencias deban ser cumplidas. Y el tsunami del 23 N esté en pleno desarrollo. La verdad de las finanzas públicas está tan lejos de las pretensiones de Reuter, que el daño que le hace Reuter al país deberá ser saldado cuando llegue el momento. Que se lo piensen dos veces los plumarios británicos del teniente coronel: la verdad tiene su hora. Así Reuter no lo tome en serio.

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