lunes, 1 de diciembre de 2008

¿Es o no una dictadura?


Por: Macky Arenas - mackyar@gmail.com - Durante los discursos de Stalin al Presidium, el primer delegado que dejaba de aplaudir era sacado de manera rutinaria para ser fusilado. Eso pasaba durante la década de los 50. En nuestros tiempos la cosa es más sutil, viene camuflajeada de legalismos "a la medida" y precedida de falsas acusaciones que justifiquen el zarpazo. Entre los intersticios de la revolución chavista, intentar sostener una postura independiente asegura una condena al silencio. El silencio de la cárcel, el silencio del destierro, el silencio del hostigamiento o el silencio hertziano. Es sólo cuestión de esperar el golpe. Para unos llega antes, para otros después, dependiendo de los pliegues de cada arruga. Pero siempre llega porque se trata de una cuestión de naturaleza. Es imposible coexistir con el autoritarismo si lo que el ciudadano quiere es vivir en libertad. Si se trabaja con la información y la opinión, no hay filigrana que valga: tarde o temprano se toca fondo porque es completamente inconcebible subsistir bajo dictadura manteniendo un comportamiento democrático. Salvo plegarse, no se ha inventado una manera de hacerlo. RCTV sabe de eso. Globovisión también, pues si hay un canal que se las ha jugado por la libertad de expresión y por la civilidad en Venezuela ha sido el de Las Palmas. Eso lo conoce y reconoce la colectividad. Trabajar lo más delicado con lo que se puede lidiar es, de suyo, un compromiso de consistencia y lealtad hacia principios y valores. Cuando se tiene más una misión que un negocio, es imposible claudicar. Se podrá diferir entre tácticas y lapsos, pero nunca confundir la razón de ser. Si hay claridad y consecuencia respecto de esas premisas, ya se pueden sufrir los más enconados ataques y ser objeto de fieras retaliaciones, pero jamás se muere y sucede con frecuencia que se comienza a vivir de una manera mucho más intensa en corazones y conciencias cuando se intenta el fusilamiento. Formas de aniquilación que no por ser incruentas son menos reales. Esparcidos por nuestra América hay casos de medios de comunicación que fueron perseguidos, mutilados, defenestrados o arruinados por toda clase de sátrapas en el poder. Y renacieron como el Ave Fénix para abonar con sus cenizas el terreno destinado a fértiles cosechas de libertad y democracia. Los sátrapas pasaron y ellos se mantienen como símbolos de preeminencia de la razón sobre la barbarie. En un país en que no hay Presidente sino jefe. Donde el jefe manda una jauría y no una burocracia. Donde el jefe se venga de su pueblo cuando no lo complace y ejecuta la señal de un medio porque refleja en sus pantallas y a través de sus micrófonos la voluntad de ese pueblo, en ese país hay una inequívoca realidad dictatorial. Inequívoca debe ser igualmente nuestra percepción de esa realidad y la formulación de alternativas. No es que estamos a las puertas, es que las franqueamos hace rato. Es el país en el cual cuando el Presidente lo hace significa que no es ilegal. Es el país donde, si le da la gana al jefe, silencia un canal y está cerrando otra bombona al oxígeno ciudadano. Y los respiraderos no retoñan. "Durante mucho tiempo no dije lo que creía, ni creo lo que digo, y si alguna vez por casualidad digo la verdad, lo oculto entre tantas mentiras que resulta difícil de hallar". Esto lo escribió Maquiavelo en 1521. Es lo que ha signado el discurso presidencial en Venezuela desde hace casi una década. El dictador espera que la mentira se imponga y que la verdad permanezca oculta. De allí que medios independientes constituyan, más que un escollo, un grave peligro a conjurar. Ya el asunto en Venezuela ni siquiera se plantea como distinguir entre dictadura y democracia; más bien se trata de asumir responsablemente si estamos o no bajo una dictadura. Definitivamente, no vivimos en una democracia donde el Presidente se ajusta a la ley. Esto es una dictadura que avanza en el marco de la arbitrariedad. Se agotó el beneficio de la duda. Si no restituimos el imperio de la Constitución, tal como ella lo ordena, estaremos levantando nuestro propio patíbulo.

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