lunes, 1 de diciembre de 2008

Bernarda Alba


Por: Eugenio Montoro- montoroe@yahoo.es - La Casa de Bernarda Alba es una de las más conocidas obras del gigante Federico García Lorca. Escribió bastante de todo pero quizás el teatro fué su verdadera pasión. Vivió en la España impensable de la guerra civil y, a pesar de ser ya un reconocido hombre de letras, el fanatismo lo apresó y lo fusilaron. Nunca sabremos que pesó más en la orden de sus verdugos o su inmensa e incómoda libertad de pensamiento o su irreverente homosexualidad en aquél mundo de asquerosos beatos. La obra trata de una familia donde, Bernarda (60), después de la muerte de su segundo esposo, establece un riguroso luto y una estricta forma de vida. Sus cinco hijas, Angustias (39), Magdalena (30), Amelia (27), Martirio (24) y Adela (20), de diferentes personalidades y proyectos, dan vida a la policromía del drama. Angustias comienza a galantear con un tipo interesado en su dinero pero que lo prefiere a estar soportando a su exigente madre. Magdalena y Amelia se rinden al indestructible poder de Bernarda. Martirio odia a su madre pues le frustró su boda y Adela es la alegre que quiere romper los esquemas que la sociedad y su madre imponen. Poco distinto a Venezuela. Un tipo mandón que nos quiere dominar a todos a gritos e insultos y una sociedad dividida entre sumisos y rebeldes. Pero hay una diferencia. Los rebeldes al régimen de Chávez, en general, lo son por principios. Los sumisos, también en general, lo hacen por necesidad. Chávez con su cuento de ayudar a los pobres ha creado una inmensa red de chantaje mediante la cual el gobierno reparte dinero, favores, comida o lo que sea siempre que estés calladito y colaborador. Si algún día se te ocurre decir algo contrarrevolucionar io o no obedecer, entonces pasas al grupo de los enemigos del régimen y se te acabó “la manguangua”. Pero las lealtades compradas no duran mucho pues tiene el problema de que cada vez las exigencias son mayores y los recursos empiezan a ser insuficientes. Añádase a esto el derrumbe de los precios del petróleo en un País que vive de las importaciones hasta para comer. Chávez entra al año 2009 absolutamente disminuido. El reciente resultado electoral (que trata de minimizar diciendo que la mayoría de las gobernaciones y alcaldías son rojas) es de un impacto tremendo y es posible que hasta en su infantil imaginario se sienta ahora “rodeado” de los enemigos que gobiernan Caracas. El proyecto del socialismo XXI era cualitativamente inviable pero después de estas elecciones lo es también cuantitativamente. La población bajo gobernantes no chavistas pasó de tres a doce millones, es decir a casi la mitad del País. Con estas cifras proponer un referéndum para, por ejemplo, establecer la reelección indefinida sería un salto al vacío. Este presidente, como los “cuarticos” de leche tiene fecha de vencimiento y las costuras se le están rompiendo por todas partes. Chávez pensó que aquella manera gritona e insultante le serviría para siempre. Ya no le vale. Las personas quieren resultados. Por cierto dentro de la gran cantidad de improperios llamó al hoy Gobernador del Zulia, Pablo Pérez, Bernardo tratando de ridiculizarlo como mudo y segundón. Pues lo cierto es que los zulianos votaron por él y mandaron largo al carajo a Chávez. Parece que la gente prefiere a un joven que soluciona y ayuda que a un alocado e intolerante dictador presidente, a lo Bernarda Alba, al que no le queda ya otra cosa que asistir al funeral de su fracaso. Por coincidencia la obra de Lorca termina con algo que le quiere gritar todo el País a Chávez: Silencio he dicho!. Silencio.

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