Por: Angélica Mora - Nueva York - El astuto Fidel Castro ha dado otro de sus magistrales golpes de fin de año, a medio siglo del que dio a pocos días de bajar de la Sierra Maestra al declarar que la revolución era “verde como las palmas”.El de hoy es ofrecer reunirse con el Presidente electo Barak Obama.Si esto sucediera, quedarían atrás 49 años de la guerra fría que ha sostenido el régimen de La Habana y Washington durante el paso de 10 presidentes por la Casa Blanca.A pesar de las tibias declaraciones sobre Obama expresadas por Fidel Castro, después que éste ganó las elecciones presidenciales el pasado 4 de noviembre, el convalesciente dictador no escondió sus simpatías durante la carrera electoral, expresando que Obama era inteligente y “desde el punto social y humano, el más progresista” de los candidatos.Aunque Castro criticó luego al presidente electo de los Estados Unidos por su posición de mantener el embargo contra Cuba, ha visto que con la nueva administración –con un gabinete integrado por figuras fervientemente izquierdistas- obtuvo una lámpara mágica, que puede frotar con la pericia de que tiene fama y hacer que sus deseos se conviertan en realidad. De ahí su rama de la paz, color verde olivo, como el uniforme que vestía siempre, hasta que lo reemplazó por el pantalón y chaqueta deportiva Adidas, “Made en USA”, que dice “Fidel Castro”(por si se pierde?) y que luce en sus escasas comparecencias públicas de convalesciente. Color verde, que en el daltonismo político del momento muchos saben que es “roja-rojita” como pregona abiertamente la revolución de Hugo Chávez, su indispensable y muy amado discípulo venezolano.Y en eso de cambiar colores como el camaleón, Fidel Castro es un experto. No en balde, tiene en ese juego, medio siglo de experiencia.
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