Dentro de la comunicación política y el marketing político, se conoce como Síndrome de Ottinger a los fenómenos de inadecuación de la imagen pública de un político o candidato y su personalidad real. A menudo, los consultores políticos, guiados por las encuestas y sondeos, tratan de adecuar las demandas de los electores a lo que esperan de un candidato. Conduciendo a éstos hacia la construcción de un personaje público que poco o nada tiene que ver con la persona que se encuentra detrás del mismo. La aparición de este término tiene su origen en la experiencia real de un candidato en las elecciones de 1976 al Senado de los Estados Unidos. Siendo el más joven e inexperto de cuantos se presentaban, Richard Ottinger fue dibujado por sus asesores con una imagen agresiva, seguro de sí mismo, con una gran capacidad para la gestión, sin miedo de acometer las acciones necesarias para la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos y con gran conocimiento de las mismas. Un hombre dinámico y resolutivo. Una imagen muy próxima a la que Wall Street mostró de sus ejecutivos agresivos. En clara contraposición con la de sus rivales, mucho más mayores y sosegados que él. El éxito de la estrategia de los asesores de Ottinger fue total. Los ciudadanos percibían en ese joven seguro de sí mismo la persona que podría solucionar sus problemas. Sin embargo, en el último momento se desmoronó el artificio creado a medida del candidato. En un debate televisado con otros candidatos al Senado, donde exponían sus propuestas en caso de ser elegido, Ottinger fue víctima del síndrome que llevaría posteriormente su nombre. Los políticos que le acompañana se empeñaron en atacar a Ottinger con preguntas concretas sobre problemas concretos. Desprovisto de un programa político y sin un contenido real que acompañase a su personaje, el silencio fue la respuesta del joven político. Titubeante e inseguro, la imagen de firmeza construida por sus asesores se desmoronó en directo. El diseño de la imagen de los asesores y expertos de marketing político condujo a la construcción del candidato perfecto en la forma pero no en el fondo. La falta de contenido dejó al descubierto lo artificial de la imagen de Ottinger y la falta de adecuación con la personalidad real del mismo, que salió al descubierto cuando no pudo encontrar respuesta a las preguntas que sus rivales le lanzaban. Síntomas - Un síndrome es un conjunto de síntomas y a modo de resumen describiremos los principales síntomas que padecen los que se encuentran bajo el síndrome de Ottinger. • En primer lugar debe tratarse de políticos con una imagen construida en base a lo que espera la gente de ellos. • Casi siempre desconocidos para el gran público y cuya presencia pública se debe más a los méritos que se le atribuyen que a los que demuestra. No se descarta políticos que necesiten transformar radicalmente la percepción que los ciudadanos tienen de ellos para que tengan una más favorable y les permita un mayor rendimiento electoral. • La personalidad real del candidato debe distar de la imagen construida del candidato. Siendo observable esta distancia. • La inadecuación entre lo mostrado y lo real debe ser descubierta de forma pública. Debe desmoronarse públicamente, pudiendo observarse de manera evidente el artificio construido. • Si el candidato es “descubierto” por otros medios, no puede considerarse como víctima del síndrome de Ottinger. Es necesario que se desenmascare públicamente.
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