Un guerrero de la luz no se queda siempre repitiendo la misma lucha, principalmente cuando no hay avances ni retrocesos. Si el combate no progresa, él entiende que es preciso sentarse con el enemigo y discutir una tregua; ambos ya practicaron el arte de la espada, y ahora necesitan entenderse. Es un gesto de dignidad, y no de cobardía. Es un equilibrio de fuerzas y un cambio de estrategia. Trazados los planes de paz, los guerreros vuelven a sus casas. No necesitan probar nada a nadie; lucharon en el Buen Combate y mantuvieron la fe. Cada uno cedió un poco, aprendiendo don esto al arte de la negociación.
El Guerrero de la Luz - Pablo Coelho
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