miércoles, 23 de julio de 2008

Samir Kuntar no es un héroe, es un convicto criminal

Por: Elías Bejjani - Presidente del Consejo de Coordinación Canadiense Libanés (LCCC) - Activista de Derechos Humanos, Periodista y Comentarista Político - Portavoz de la Federación Canadiense de Derechos Humanos (CLHRF) - Es realmente triste, desagradable y vergonzoso que un asesino convicto sea recibido como un héroe. Es una vergüenza para los líderes políticos, dignatarios y funcionarios del Líbano que cobardemente se distanciaron de las esperanzas, las aspiraciones, la educación y la cultura de su propio pueblo y dieron la bienvenida a Samir Kuntar como un héroe. Al hacerlo ellos se han apartado del sentir y el pensar de la mayoría del pueblo libanés y desconocieron los criterios de la ética y del bien y del mal. Ellos han destruido estúpidamente la imagen pacífica del Líbano y el papel históricamente conocido del pueblo libanés como amantes y defensores de la paz, la democracia, la convivencia multicultural y los principios morales. A los ojos de la mayoría del pueblo libanés Samir Kuntar es un simple asesino convicto y no es ningún héroe. Los turcos ocuparon el Líbano con mano de hierro por casi 400 años (1516-1918) y, sin embargo, a pesar de su sangrienta represión, de la persecución, la injusticia y la opresión sangrienta, no pudieron imponer su ocupación ni "Ottomanizar" al pueblo libanés. Tampoco tuvieron éxito en la imposición del idioma turco en reemplazo del idioma del Líbano. Los libaneses se enfrentaron tercamente y con apego por su cultura, su identidad, su historia. Y sobre todo, su fe, esperanzas, valores morales e impusieron sus conceptos del Bien sobre el Mal. Los libaneses triunfaron y los otomanos fueron derrotados. Después de los otomanos, los franceses impusieron su mandato civilizado y pacífico en la administració n del país en la observancia de los derechos humanos y propiciando el bien público en armonía con la cultura libanesa y sus creencias. El mandato francés inauguró un camino duradero de 30 años de cooperación con el Líbano. La cultura franco-libanesa prospero, incluso después de la salida de Francia. Esta cultura todavía esta muy arraigada en el espíritu la conciencia y la forma de vida de los libaneses. Luego vinieron 30 años de una ocupación Siria bárbara y salvaje apoyada por colaboradores y con ideologías terroristas importadas que tampoco lograron desarraigar a los libaneses de sus preceptos culturales ni de las raíces profundas de su idiosincrasia, y esas raíces se fusionaron con la tierra santa del Líbano, por lo que, al igual que los otomanos, los sirios también fueron derrotados y se vieron obligados a abandonar Líbano arrastrando su humillación y fracaso. El pueblo libanés ha transitado 7000 años defendiendo su cultura, valores y fe, lucho con obstinación y venció la codicia y la opresión de centenares de invasores, ocupantes y conquistadores cuyas marcas se tallan en algunas piedras del Líbano como la famosa piedra del Río " Nahr Kalb". Sobre la base de todo lo anterior, es un deber moral juzgar a todos aquellos que cantaron loas y celebraron el regreso de Samir Kuntar y también a aquellos que han aceptado por obediencia y sumisión recibir al delincuente asesino Kuntar como héroe y en absoluta contradicción con las normas de la cultura, la civilización y los valores del Líbano, ellos han violado todos los preceptos jurídicos y religiosos de la idiosincrasia libanesa y deberán rendir cuentas por sus acciones. Creo firmemente que es un deber patriótico y una obligación ética la de hacer rendir cuentas a todos los dirigentes libaneses, ya sea funcionarios o partidos políticos, religiosos o intelectuales. Nosotros, como pueblo libanés en el Líbano y la diáspora debemos pedir cuentas a todos aquellos que participaron en el "festival de la mentira y la falsedad", mientras reclaman al mismo tiempo su adhesión al marco y las bases de morales del Líbano, pero sustituyen el mensaje de su civilización, su constitución, sus leyes y los principios básicos de los Derechos Humanos y la Convención de Ginebra en relación con los civiles en tiempos de guerra. Debemos hacerlo en honor a las enseñanzas de nuestros valores, de nuestros principios y de la moral y la herencia de nuestros antepasados. Hemos sido testigos de aquellos que descaradamente han renegado de la cultura del Líbano, y de nuestros valores morales, jurídicos y humanistas. Ellos arrojaron al viento los sacrificios y esfuerzos de miles de libaneses honrados que se han sacrificado en el altar de la patria para que el Líbano sigua siendo libre, soberano e Independiente. Un país civilizado. Un modelo de apertura, tolerancia y coexistencia. A través de su acción de "Dhimmitud" y cobardía adhiriendo a las bajezas de Hezbolá y del fundamentalismo de los mullah Iraníes y su cultura aislacionista ellos han elegido la cultura de la "Wilayat al-Faqih"(1*). "Que niega totalmente la cultura libanesa. Descaradamente se han inclinado por lo contrario de las sociedades civilizadas, las cartas de derechos humanos, las libertades, la democracia y la civilización. Un preso, independientemente de su delito, tiene derecho a celebrar con su familia su liberación. Pero los políticos y los partidos que dicen adherir a la bandera de la Revolución de los Cedros, que luchó por la libertad y por la "cultura del Líbano" frente a "wilayat al-Faqih" iraní y que se opuso al programa fundamentalista de Hezbola, no tienen el derecho a correr detrás de Hezbolá como travestidos políticos y obsecuentes. No se puede aceptar las "normas y criterios de heroísmo", tal como se entiende en los partidarios de Hezbolá. Estos líderes no pueden anular el conjunto universal de normas y criterios de verdadero heroísmo y subyugar y entregar el país a Hezbolá y a la ilógica de su doctrina herética. No tienen derecho a promover la "Dhimmitud" en sus prácticas y declaraciones públicas. Su aceptación y subordinación a Hezbolá ha profanado al pueblo libanés y a la memoria de los heroicos ciudadanos que desde 2005 en números superiores a un millón y medio de libaneses salieron a las calles en manifestaciones pacíficas y civilizadas, y otorgaron a estos políticos la misión permanente de tutores que nos proteja de Hezbolá y sus planes y programas terrorista provenientes de Irán. Por Tanto, es el derecho soberano de todos los libaneses solicitarles rendición pública de cuentas a todos los dirigentes, ministros, parlamentarios y dirigentes de los partidos políticos, así como a todos los funcionarios del Estado y a aquellos adherentes a la Revolución de los Cedros que hayan celebrado junto a Hezbolá el regreso heroico del asesino Kuntar, algo totalmente reñido y ajeno con la cultura libanesa. Tenemos el derecho pedirles que se disculpen y arrepientan por su horrible accionar, o a que renuncien a sus posiciones y se unan definitivamente a Hezbolá.

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