lunes, 7 de julio de 2008

La Teoría de Malthus


Por: Alberto Rodríguez Barrera -POBREZA, POBLACION, COMIDA Y MALTHUS - "Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueña tu filosofía."William Shakespeare"Hamlet" - Cuando los pobres embrutecidos e ignorantes se mantienen inaccesibles a toda luz intelectual, las clases dirigentes se embriagan despreocupadas con el champaña de las teorías de Voltaire y de Rousseau. Así pasaba en Inglaterra hasta la llegada de la Revolución Francesa , y del economista Thomas Robert Malthus (1766-1834). Malthus triunfó sintetizando en forma lapidaria el sistema económico de su época, interpretándolo estrictamente, conforme a los intereses de las clases dictadoras. Por una parte, el exceso de la población y la escasez de víveres era trágico en Inglaterra de finales del siglo 18; y la población, impelida a una temeraria proliferación por la misma pobreza en que languidecía, concluyó por chocar contra una producción limitada por las barreras proteccionistas y los vínculos fideicomisarios. Mientras la miseria, cerniéndose por esas razones sobre el pueblo, atizaba los rencores, y los elementos subversivos la empleaban como argumento en sus exasperadas denuncias contra el orden económico vigente, Malthus intervino para encuadrar esa situación dentro de una teoría universal, para demostrar la relación inevitable de la miseria con las eternas leyes de la Naturaleza y, en fin, para destacar la inocencia de las clases ricas y gozosas con respeto a los sufrimientos del pueblo. El éxito extraordinario de Malthus lo lleva a escribir Sobre las razones del alto precio de los víveres (1800), en el que afirma que el encarecimiento de las subsistencias, producido en virtud del aumento de la población, se encuentra ulteriormente agudizado por el sistema de la caridad legal, que adapta la limosna en dinero al precio de los productos. Por ende, ese sistema –dice él-, al acrecer los subsidios en moneda a cada aumento en el precio de los víveres, concluye por acrecer el monto de moneda ofrecido a cambio de una cantidad invariable de subsistencias, con lo cual se eleva sin límites el precio de esos víveres. Con sagacidad, Malthus se dedicó a documentar con pruebas positivas su tesis fundamental, el principio según el cual la población tiende a aumentar en progresión geométrica, en tanto que los víveres aumentan en progresión aritmética. Desde aquí, traza el conjunto de providencias que mejor asegurarían un duradero equilibrio entre población y subsistencias, disparando contra sus dos grandes blancos: los sistemas comunistas y la caridad legal. Afirma Malthus que los sistemas de igualdad son condenables bajo todos los aspectos porque, además de su incapacidad para poner remedio al principio de la población, traen sus trastornos disolventes y salvajes a nuestras sociedades congestionadas. En efecto, al absolver al individuo de las consecuencias inmediatas de una razonable procreación, y al asegurar a todos los que nacen un derecho imprescriptible a una parte del patrimonio común, esos sistemas crean un peligroso incentivo para la procreación imprudente, con lo cual favorecen el fatal incremento de la población y de su exceso sobre las subsistencias. Y lo mismo podría decirse del plan que asigna a cada padre de tres hijos o más la propiedad de un acre de tierra sembrada de papas y los pastos para una o dos vacas; y del sistema de caridad legal que, al acordar al pobre un derecho al socorro, oxida en él todo freno opuesto a la satisfacción de los sentidos, y por ende funciona como un acelerador del incremento de la población. La misma emigración no puede oponer a la superpoblació n nada más que un dique temporario, pues ella misma es un estímulo a la procreación que, a la postre, acentúa el exceso de habitantes. ¿Qué más? Los mismos progresos de la agricultura, la roturación de parques de lujo, o de las tierras estériles, sólo pueden aminorar el ritmo, de todas maneras irrefrenable, con que se acrecienta el exceso de población. Tampoco es útil, para atenuar esa desdicha, la libre importación de granos, que –por el contrario- vuelve irregular el aprovisionamiento y, en consecuencia, más frecuentes las carestías, mientras que los derechos, limitando el aprovisionamiento al mercado interno, pueden tornarlo mucho más regular y constante. Y, en fin, ni siquiera es ventajosa para el caso la introducción de víveres menos caros, puesto que no se obtendría sino lo opuesto: apresurar el crecimiento de la población y aumentar el exceso. No se trata, pues, de mejorar las instituciones, de perfeccionar las formas de gobierno, de ordenar más racionalmente los servicios públicos; se trata, en cambio, de predicar la continencia sexual, sobre todo en las clases trabajadoras, y de abrogar las fatales leyes sobre los pobres (la Ley de los Pobres, aprobada por el parlamento inglés), negando la asistencia parroquial a los niños nacidos de matrimonios contraídos un año después de la promulgación de la ley revocatoria, y a los hijos ilegítimos nacidos dos años después de esa misma ley. Como es de suponer, la obra de Malthus causó entusiastas elogios y críticas apasionadas. Sin embargo, no es posible negarle a Malthus la verdad de que si la población humana se propaga sin freno, debe tarde o temprano chocar contra la barrera de las subsistencias, más o menos remotamente, ante lo cual hay que prevenir tamaña desgracia. Pero, reconocido el valor abstracto o teórico de la doctrina de Malthus, es justo añadir que ella es absolutamente incapaz de desaparecer el exceso de población (antiguas y contemporáneas) , y mucho menos la naturaleza y los caracteres de la pobreza, que en esas sociedades se insinúa e impera. Por otra parte, la producción y la población no sucumben, en realidad, a esos dos coeficientes abstractos, de índole física y biológica, que aparecen en la doctrina de Malthus, sino a los coeficientes de naturaleza económica que contienen la producción y estimulan la proliferación mucho más acá o mucho más allá de los límites señalados por los coeficientes naturales. Por un lado, existe una serie de límites, estrictamente económicos, que contienen la producción agraria bastante por debajo del punto que podría alcanzar teniendo en cuenta las condiciones naturales de productividad del suelo y las de la técnica vigente. La procreación es también el producto de condiciones económicas, y está en razón inversa con su grado de bienestar; un hecho del que Malthus se hubiera convencido sólo observando el mundo que hormigueaba a su alrededor, donde había procreación imprudente en las clases pobres y escasez prolífica en las ricas. El exceso de población sobre víveres obedecen exclusivamente a razones económicas, históricas y transeuntes, verificablemente. Malthus vivió, precisamente, en una época en que se aplicaban con gran fuerza los frenos económicos a la producción agraria y a los estímulos económicos a la población, pues la agricultura, estrangulada por los impuestos, por los latifundios y los fideicomisos, da un producto exiguo y costosísimo, a la vez que los salarios reducidos embrutecen las costumbres de los trabajadores y los impelen a casamientos imprevisores, engrosando el ejército de los supernumerarios, a los cuales la falta de víveres condena a morir. Las mismas condiciones se repiten en otras épocas y pueblos (Rusia, India, la gran emigración italiana), consecuencia del choque de la población miserable, que se propaga sin freno, contra la producción e importación de las subsistencias, limitadas por un régimen técnico y comercial arcaico y arancelario. Son esas condiciones, específicas de instantes críticos de la historia, las que Malthus teorizó y encerró, imponiendo la miseria al género humano como una necesidad irremediable. Pero en cuanto se disipan esas razones económicas, de las cuales brota el exceso de población, desaparecen los fenómenos siniestros observados por Malthus, y los hechos dan al pesimista teórico el más solemne mentís. Liberadas de las cadenas que la traban, la agricultura cobra un vigoroso impulso. La apertura de caminos y medios de transporte y de comunicación abrieron el progreso, la exportación, el aumento del granero mundial para abundante alimentación. Mientras tanto, la conquista total del globo, al hacer compatible el aumento de los salarios con el más robusto desarrollo de la economía capitalista, consiente a los obreros con pagas más elevadas y una vida más digna; y el alto nivel de vida funciona, por sí mismo, como un poderoso freno de la procreación. Esto fue reconocido por Lord Farrer en la Sociedad Estadística de Inglaterra en 1894: "En lo que respecta a la mayor parte del mundo civilizado, no sólo la población no ha crecido más rápidamente que los víveres, sino que ha sucedido precisamente lo contrario, y las quejas, que se oyen en todas partes, se deben a que la oferta de alimentos, y en particular de granos, supera a la demanda". Fue errónea la tesis malthusiana de que el aumento de bienestar, estimulando la procreación, volvía a hacer caer a la población en su antigua escasez, en virtud de los salarios más altos, moderada procreación, conservando y perpetuando el excedente de la producción de subsistencias sobre la de hombres. Nuestros tiempos y la novísima historia económica, suprime la doctrina de Malthus de todo valor práctico, y como dijo Achille Loria (profesor de Economía Política, Universidad de Turín, 1944, y fuente de este escrito): "Pero los hechos recientes colocan la teoría de Malthus junto a las elucubraciones de aquellos filósofos que disputaban acerca de los probables efectos de la congelación del sol. Porque no debemos olvidar que el principio de la población es afirmado por Malthus, no sólo con un propósito teórico y especulativo, sino también con el propósito práctico de convertirlo en un arma decisiva contra los sistemas de igualdad social…el análisis sereno de las cosas nos demuestra…que un sistema económico que elevase el nivel de vida y las entradas de la mayor parte de la población, llegaría al resultado inevitable de limitar la procreación y, por lo tanto de restablecer, donde ya no existiese, el equilibrio entre la población y las subsistencias". No terminan ahí las fallas de la doctrina malthusiana: disipado todo rastro de excedente poblacional con respecto a las subsistencias, se disiparía todo rastro de estrechez y de pobreza, y las clases más numerosas disfrutarían de satisfactorio bienestar. Bueno: el caso es que no acontece nada de eso. En Inglaterra (y naciones civilizadas, con víveres exuberantes y desvalorizados) , la desocupación alcanzó la cifra del 10% de las federaciones obreras sin trabajo (1909). La situación de la población está determinada, más que por la masa de las subsistencias producidas, por la porción de éstas que se traduce en demanda de trabajo. En otras palabras, lo que determina el grado de bienestar de que goza una población, no es esa relación población-subsistenc ias, sino entre ella y el capital productivo. Dice Loria: "Las subsistencias pueden ser todo lo abundante que se quiera sobre las necesidades de la población; pero, si la clase propietaria no se resuelve a sacar del granero, para transformarla en trabajo, sino una cantidad de víveres insuficiente para emplear productivamente a la totalidad de la población que se ofrece, una parte de ésta queda por fuerza condenada a la desocupación. Si la clase pudiente se decide luego a sacar del granero una nueva masa de víveres para darla como limosna a esa gente a la que se niega trabajo, esa gente será preservada de la muerte, pero se formará una clase desocupada y miserable, y con ella se perpetuará ese residuo social que constituye el oprobio y el peligro de las sociedades contemporáneas…No se trata de anomalías casuales; se trata de fenómenos íntimamente ligados con el sistema capitalista, y que éste va produciendo por necesidad ineluctable en su propio recorrido. En efecto, las mismas condiciones inmanentes de la economía capitalista impiden a la clase propietaria extraer del granero la masa de víveres indispensables para emplear productivamente todos los brazos que se ofrecen: sea ello porque una parte de la población debe estar sistemáticamente desocupada, a fin de impedir que el salario de los trabajadores en actividad cobre un alza amenazadora para el mantenimiento del beneficio, sea porque la depresión fatal de la proporción del beneficio disuade a una parte de los capitalistas de colocar sus ahorros en inversiones productivas. Se halla implícita, pues, en el mismo engranaje de las relaciones económicas, la reducción del capital productivo a una cifra inferior a la que se requeriría para mantener a la totalidad de la población, y, por ende, la creación inevitable de una población desocupada y mendicante. Los frenos económicos limitan el progreso del capital productivo y lo vuelven incapaz de seguir el incremento de la población obrera, sea ese incremento lento o no y esté o no sobrepujado por el acrecentarse de las subsistencias". Otra laguna grave de Malthus es no conceder importancia alguna a las influencias benéficas del fenómeno de la población, a la forma cómo adelanta el progreso humano y civilizador. Una población numerosa es benéfica por sí misma y condición primera del progreso. La razón primera de las transmigraciones de los pueblos es la declinación de la renta, consecuencia del desarrollo de la población misma, independientemente de que exceda los víveres, pero más importante es que el aumento incesante de población obliga al cultivo de tierras cada vez menos feraces, es el gran propulsor del progreso económico, motivo principal que estimula formas nuevas y superiores. Al no poder ser alimentada con el producto de tierras fértiles, incapaz de sacar provecho de tierras menos productivas, surgen malestar y privaciones, obligando a suprimir y adoptar un sistema económico superior, que a su vez será posteriormente suprimido, actuando la población como demiurgo de las transformaciones sociales, fermento de la ascensión humana, fuente de mejoramiento perpetuo, que impele a regímenes económicos cada vez más evolucionados y justos. El tiempo ha demostrado que el incremento demográfico cumple una elevada función en el progreso de la civilización, precisamente por el desarrollo de la población y su presión sobre los víveres, que son los grandes forjadores de las revoluciones técnicas y económicas que impulsan el orden social a formas cada vez más eficaces y superiores. Es evidente entonces que, así como la teoría de la división o asociación del trabajo se manifiesta a la ciencia moderna muchísimo más compleja y múltiple de como salió de las páginas de Adam Smith, del mismo modo la teoría de la población se presenta muchísimo más variada, llena de facetas y multiforme de como aparece en el peñasco oscuro y siniestro que se yergue sobre el horizonte de Malthus.(Nota: Charles Darwin cuenta que en la lectura de Malthus sobre población, en 1938, encontró la primera inspiración de su teoría de selección natural, pero Malthus nos lleva a una teoría de desgracia y desconsuelo mientras Darwin arriba a una teoría de mejoramiento y progreso. Por otra parte, entre las corrientes malthusiana y la neomalthusiana no puede vacilarse en conceder preferencia a la primera, que es razonable y no daña física ni moralmente, mientras que el método de la segunda no es recto y tiende a talar el árbol para evitar el fruto, vale decir, a consumir y a corromper a los padres para detener la temida llegada de la prole.)
ONU: EL REGRESO DE MALTHUS. Fuentes al pie. Por Juan C. Sanahuja
Ban Ki-moon: Malthus vuelve a estar de moda. Los Objetivos del Milenio para el Desarrollo y la cultura de la muerte. Malthus vuelve a estar de moda -
El diario The Washington Post publicó el pasado 3 de julio una declaración Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, preparatoria de la Cumbre del Grupo de los 8 (G-8), que se desarrollará en Tokio del 7 al 9 de julio. "El cambio climático -dice Ki-moon- y la degradación del medioambiente amenazan el futuro de nuestro planeta. El crecimiento de la población y el aumento del bienestar producen una tensión sin precedentes sobre los recursos de la Tierra. Malthus vuelve a estar de moda. Todo parece repentinamente achicarse, la energía, el aire limpio y el agua fresca, todo esto que nos alimenta y sostiene nuestra moderna forma de vida". El tema central de la Cumbre será "una acción global para salvar el crecimiento global", se entiende, según lo dicho por el Secretario General, que preocupan el desarrollo y el crecimiento de los ricos y que la ONU y los países centrales seguirán castrando a los pobres. Reunión de Parlamentarios Como prólogo de la Cumbre se reunió la Conferencia Internacional de Parlamentarios del G8 sobre Población y Desarrollo (Tokio, del 2 al 3 de julio). Participaron el Fondo para la Población de la ONU (UNFPA), el Banco Mundial y los grupos parlamentarios de Población y Desarrollo de los cinco continentes. Estos grupos dependen de la IPPF, la multinacional del aborto y la perversión de menores, que tuvo también sus representantes en la reunión. Como no cabía de esperar otra cosa en la conferencia se decidió enfocar bajo el prisma de la salud reproductiva (eufemismo de aborto químico y quirúrgico) las Metas u Objetivos del Milenio para el Desarrollo, el Cambio Climático, los problemas de población y la Seguridad Alimentaria Mundial, (vid. NG 722, 836, 846, 854).

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